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SONRISAS AZULES

Por: Olga Daniela Sotelo Ruiz

A pesar de las distancias, la familia se mantiene unida, haciendo lo posible entre todos los horarios de combinar y tener espacios donde podamos estar juntos. Son momentos ahora lejanos gracias a la pandemia que ha paralizado el mundo.

Los juegos y sonrisas que compartíamos se han congelado, y el enfrentar esta situación nos desanima a muchos de nosotros. 

Es por ello, a raíz de esta situación observo constantemente a mi familia y a quienes tengo más cerca, pues sé que en su mayoría son almas libres que no soportan el encierro. En estos tiempos de cuarentena las visitas de los miembros más lejanos son escasas y casi nulas, a pesar de ello mantenemos el contacto.

Con el pasar de los días observo a mi madre con una expresión preocupada y de angustia adornar su rostro, por lo que me pregunto qué ocurre por su mente para presentar tal angustia. Después de mucho pensar y tomar valor le pregunto el porqué se ve tan preocupada, a lo que ella me responde primero con una advertencia de silencio de no contárselo a nadie más, segundo procede a contarme la razón: La tía Mónica se encuentra enferma y le aterra saber si es COVID, pues tiene una percepción negativa al respecto debido al número de contagios y, sobre todo, muertes. Le digo que debemos ser positivos y pensar que la tía Mónica se recuperará, aún así mi madre acepta con esperanza.

Los días pasan y la incertidumbre también, pasa casi una semana de la noticia del estado de Mónica. Este día vamos a la casa de la abuela Aleja y ver como se encontraba ella y el resto de la familia. Al llegar saludamos y charlamos como de costumbre procurando que la abuela no se entere del estado de su hija mayor, pues eso agravaría la situación y la afectaría más no solo por ser la madre sino, también, por su diabetes; sin embargo, me doy cuenta que la tía Lina se encuentra en cama desde que llegó del trabajo y que se siente maluca, saber eso sólo preocupa más a mi madre pues no quería que la abuela se enterase y se alterará demasiado; seguimos todo el día con nuestros deberes mientras mi madre ayudaba a nuestra prima más pequeña con sus tareas. Llegando a la cada le escribo a la tía Mónica para preguntar cómo se encuentra.

Título del proyecto: Sonrisas Azules

Autor: Olga Daniela sotelo Ruiz

Lugar:Pradera y Cali - Valle del Cauca

Duración: 08:04 Min

Fecha de realización: Mayo de 2021

Chateando con Mónica, ya que vive en la ciudad de Cali Valle y el resto de la familia se encuentra en Pradera Valle, me cuenta que ha estado tomando un descongestionante e ibuprofeno cada ocho horas, pues piensa que es solo una gripa. Cada vez que tomaba el medicamento se sentía bien, pero una vez pasaba el efecto de éste el malestar volvía, pero esta vez vino junto a escalofríos. El día martes le aplican una inyección para la gripa, porque no parecía que fuera COVID.

Durante el día miércoles se le ve con mejor aspecto y afirma encontrase bien, por lo que sigue con su trabajo como de costumbre. Sin embargo, cae la noche y dice que siente una presión en la espalda y el pecho que le dificulta el respirar, acompañado de una tos, también. En la madrugada llaman a Emi, un servicio para que te atiendan las 24 horas, pues la presión se había intensificado durante la noche por lo que ahora se ahogaba. Las personas que la atendieron dijeron que era sospechosa de COVID. Al día siguiente se dirige a tomar un examen de sangre, el cual sale negativo, y en la tarde se toma el examen nasal. Han pasado dos días, los resultados del examen nasal han llegado, para nuestra desgracia estos salen positivos. El lado positivo era que desde el día jueves ya la tía Mónica se encontraba en aislamiento. Personalmente, no me alteré mucho al respecto, dado que durante los últimos meses se ha mantenido saludable con una dieta estable y ejercicio constante, así que tengo la tranquilidad de que se recuperará.

Paralelo a todo eso, su hijo Daniel mantiene su rutina diaria, jugando y tocando la guitarra, pero me doy cuenta días después que él también había contraído el virus, sin embargo, es asintomático por lo que realmente no fue nada para él y hacía como si nada, mientras su madre se encuentra confinada en su habitación. Suelo hablar con él junto a mis hermanos a través del chat que tenemos juntos, y en una de esas charlas él menciona ser asintomático ante el virus, pensé que era en modo de broma como suele ser, pero después confirme que era verdad cuando me enteré del estado de la tía Mónica

Unos días pasan, y mi madre me dice que a la tía Lina también le dio COVID, me preocupa demasiado no solo el estado de mis tías sino, también, el ver el estrés y preocupación que ahogan a mi madre, para alguien que es del tipo familiar es un golpe duro enterarte de todo esto. El ambiente en casa es silencioso, mi padre trabaja y mi madre se dirige constantemente a la casa de la abuela a supervisar toda la situación y procurar que la abuela se mantenga alejada de Lina y piense que es sólo un simple malestar.

Ocho días ya han pasado y al menos la tía Mónica ya no se asfixia como al principio, mientras, que la tía Lina se le ve un poco mejor también.

A pesar de estar en confinada durante varios días, la tía Mónica mantiene su característica alegría, al menos en los momentos en los que los medicamentos calman el malestar, pues no he conocido a alguien que sea capaz de mantener alegre con un malestar presente.

Los días pasan y se repite lo mismo: Descansar, comer, beber líquidos, tomar medicamentos y volver a descansar. Con este ritmo durante unos días se veía a la tía Mónica y la tía Lina con mejor aspecto y ya más animadas, eso me daba la señal de estar recuperándose. Además, el observar algo de tranquilidad en el rostro de mi madre me transmitía tranquilidad y que pronto las cosas se pondrían mejor.

Y así, en las etapas finales del virus, ya veía luz verde para la recuperación completa. Casi unos 18 días han pasado desde que Mónica empezó a sentir la presión en su espalda y pecho, y verla hoy con ese ánimo jovial retomar su trabajo me alegra y tranquiliza al mismo tiempo. Poco después, le sigue la recuperación de la tía Lina, aunque en esta última la sentí más sutil, no cambia el hecho que verla recuperada hace la diferencia. Mientras que a mi madre la veía como si le hubieran quitado un peso de encima, era comprensible, eran sus hermanas después de todo.

© 2021 Curso Antropología Visual - Docente Uliana Molano - Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD

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