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La rutina durante pandemia en una casa compartida

Nathalie Daviana Morán González

Mi búsqueda ha sido con el objetivo de evidenciar cómo a raíz de la pandemia se transformaron las rutinas y convivencia dentro de un mismo apartamento compartido (comúnmente denominado coliving) en el cual habitamos seis personas, con estilos de vida, intereses y costumbres en general muy variadas entre sí. Hablar de como nos vimos forzados a cambiar nuestra rutina respecto al trabajo, estudio, comida, visitas, pasatiempos, etc. Para introducir toda nuestra vida en cada una de nuestras habitaciones y el apartamento en general. Por ejemplo, mientras que antes todos salíamos de casa muy temprano y regresábamos en la noche ahora debíamos compartir una misma cocina, resultando en una necesidad de cambio frente al aumento en el tráfico de la cocina para las horas de comida, entre otros hábitos que transformaron la organización y relación entre todos y de cada uno al interior de la casa.

La rutina durante pandemia en una casa compartida

Autor: Nathalie Daviana Morán González

Lugar: Bogotá

Duración: 15:34

Mayo 2021

Era marzo de 2020, Un virus con alta capacidad de propagación proveniente de Asia empezó a extenderse rápidamente por nuestro país, por lo cual Colombia junto con otros cientos de países entramos en cuarentena estricta obligatoria. Nos vimos forzados a recluirnos dentro de nuestros hogares perdiendo todo contacto físico con cualquiera que no estuviese dentro de nuestro núcleo familiar o de convivencia más cercano. El resultado; estudio, trabajo, actividad física, entretenimiento, todo tuvo que ser improvisado para funcionar dentro de 4 paredes en un contexto socioeconómico donde las garantías del gobierno son insuficientes. 

Después de un tiempo conviviendo de este modo en todas las regiones del país, algunos emigraron de la capital, otros regresaron a ella y otros encontramos la manera de resistir contra viento y marea. Dentro de esos procesos de transformación las rutinas y compañeros de apartamento de este hogar que renté desde hace 4 años aproximadamente han variado notablemente. Pasé de vivir con extranjeros que duraban poco a convivir con las pocas personas que han elegido a Bogotá como su hogar permanente y siguen aquí para contarlo. Bajo este cambio de panoramas terminamos siendo seis adultos de edades entre 27 y 45; extraños unos de otros, provenientes de diferentes regiones del país, sin ninguna conexión familiar, conviviendo dentro de un mismo apartamento y tratando de garantizarnos el máximo nivel de confortabilidad para continuar con nuestras vidas y ejercer cualquier rutina de “normalidad” que nos permitiera mantenernos enfocados luego de meses de reclusión y una cantidad de normas con las que nadie sabía que hacer. 

No es secreto para nadie que nuestro modo de vida ha cambiado notablemente, como en el caso de Rodrigo, un argentino, (el único extranjero con el que aun convivo) quien a sus 28 años sale adelante con trabajos en el área de servicio al cliente y juega video juegos en línea como entretenimiento. Su rutina pre-pandemia se basaba en madrugar diariamente como todos, trabajar 8 horas en un escritorio recibiendo quejas de todo mundo con la mayor resiliencia que jamás haya conocido, comer en restaurantes, hacer una hora de ejercicio en el gimnasio y regresar a casa a jugar en línea para dormir y volver a empezar al día siguiente. Una rutina en la que prácticamente su tiempo en casa se reducía a una parada rápida para dormir pasó de ser así a trabajar en el escritorio de su cuarto las mismas 8 horas, pedir a domicilio hasta el desayuno, no ejercitarse y jugar en línea en el mismo escritorio hasta que llegase la hora de dormir para repetir la historia al día siguiente. Al tratarse de una persona poco sociable y que realiza todas sus actividades dentro de su habitación (incluida la recreación y el comer) realmente puede pasar una semana entera en la que nadie sabe nada de él en casa y es curioso como aun estando dentro de casa continua ausente de habitarla y convivirla con los demás. 

Luego está Carol, una costeña, psicóloga de 30 años que también ha salido adelante en el mismo oficio que Rodrigo desde que tiene memoria. A diferencia de Rodrigo Carol es muy sociable, le gusta viajar por el mundo y conocer gente nueva todo el tiempo por lo cual en su época pre-pandemia pasaba sus días entre semana en el escritorio de la oficina para luego salir con amigos o a cualquier evento cultural de la ciudad y los fines de semana viajando por cualquier lugar de Colombia, sea lejos, sea cerca, lo importante era viajar. Luego de pasar un tiempo con su familia durante la primera cuarentena de 2020, Carol decide vivir sola nuevamente y seguir trabajando para ahorrar y poder mudarse definitivamente a Alemania. Eligió vivir en una habitación muy pequeña y económica para poder ahorrar; desde ese pequeño espacio trabaja y en vista de sus planes a futuro Carol decide aprovechar la situación que vivimos actualmente para tomar otro trabajo de medio tiempo sin moverse de su escritorio y así pasa sus días trabajando en dos empleos y estudiando alemán. Se esfuerza por cocinar pues es vegana, encuentra cualquier huequito de su ocupado día para salir a caminar y socializar con todos en casa, sin embargo, su tiempo es limitado y su habitación habla por sí sola. En vista de sus pocas posibilidades de refrescar su vida mediante sus habituales viajes, Carol elige un nuevo corte de cabello. 

En contraste con estos dos personajes se encuentra Ana Paulina, un ser de naturaleza curiosa que me ha acompañado en casa desde antes que la pandemia nos pisara los talones. Ana tiene 46 años, es divorciada, madre de 4 hijos, dedicada y devota a la teoría educativa de la educación en casa por medio de la cual sacó adelante a todos sus hijos y ha significado ser su actual vocación junto con la escritura. Su cumpleaños es en abril y dado que el año pasado no podíamos vernos con nadie más que nuestros compañeros de apartamento decidimos organizarle una fiesta de maquillaje con todos, hacernos mascarillas, aprender a maquillarnos y tomarnos fotos en mi estudio improvisado para revitalizarnos y darnos una sensación de “normalidad” en un momento tan difícil para todos. Ana manifestó haberse sentido muy querida y animada aquel día. 

Previo a la pandemia la rutina de Ana era primordialmente desde casa, sus salidas estaban reglamentadas en 2 días a la semana para visitar a sus hijos, otro par de días para salir con amigos y otros dos para sus clases de baile. Su tiempo de trabajo no está ligado a nadie más que ella misma y por medio de esto ha logrado terminar su libro sobre educación en casa. Debido a esto su rutina en términos laborales no ha cambiado demasiado en la actualidad, pero al no poder dedicar tiempo a sus clases de baile Ana se ha comprado todo un kit de ejercicio con el que se ejercita cada mañana, para luego preparar sus alimentos y trabajar en las asesorías virtuales para padres que han incrementado considerablemente desde la pandemia. Los viernes ya no sale con amigos, pero se pueden escuchar su video llamadas con amigas y vino desde lejos. 

 

Junto a la habitación de Ana vive Camila, una arquitecta de 28 años con procedencia Manizalita quien decidió renunciar a su trabajo para dedicarse a su labor de manera independiente con el propósito de adquirir más tiempo para disfrutar su vida. La rutina de Camila es variada pero enriquecedora, entre alimentar a su gato, preparar sus alimentos, pintar, compartir con su novio y asistir a un costurero todos los miércoles luego de hornear panecillos para todas sus compañeras, no queda tiempo para pensar en el encierro. Su rutina realmente ha cambiado en cuanto a sus decisiones frente a la manera que gasta su tiempo, pues antes de la pandemia solo trabajaba de sol a sol y se gastaba todo su sueldo en fiestas cada viernes sin pausa. No tenía tiempo así que se gastaba todo su dinero en cualquier cosa que se pasara por su camino y así mismo era con su dieta diaria. Actualmente se toma el tiempo para todo, come saludable y aunque el dinero es escaso su vida está más completa. 

Ahora está Lina, una chica rola de tan solo 20 años que va en sexto semestre de artes plásticas en la universidad del bosque. La rutina de Lina se ha visto interrumpida como para la mayoría de los estudiantes debido a la pandemia. Ella como muchos en su tristeza de ver tantas materias que merecen una presencialidad por el carácter técnico de las mismas ha decidido estudiar únicamente las de tipo teórico para darle una espera a esta situación que parece no acabar. Entre levantarse temprano a clase, realizar sus actividades, preparar sus alimentos y asistir a sus prácticas universitarias el contacto de Lina con el exterior también es escaso, sumado a eso su innata personalidad tímida la posiciona en un cambio de rutina un poco más evidente al suprimir el único contacto que posee para socializar que es la universidad. 

Por último, estoy yo, diseñadora de maquillaje, estudiante de artes visuales y quien ha podido ver todos los cambios sociales dentro de mi propia casa transformando de algún modo mi propia rutina. En la época pre pandémica era independiente, trabaja por proyectos y mi rutina variaba entre rodajes y tiempo libre en casa. Pertenezco a una liga de roller derby y no era consiente de cuanto me gustaba socializar hasta que la pandemia llegó a nuestras vidas y me lo arrebató prácticamente todo. Mi vida dio un giro inesperado, aunque disfruto mi tiempo en casa socializar es vital para mí. Mi trabajo como el de muchos en el medio artístico quedó anulado prácticamente en su totalidad, con mi equipo deportivo al tratarse de un deporte de contacto igualmente fue anulado de mi vida, dejándome sin más alternativa que buscar otras opciones fuera de mi área de confort. Comencé a aprovechar más cualquier oportunidad para socializar e integrarme con todos mis compañeros de apartamento, pero considero que, en su momento más complejo, fue lo que de algún modo nos permitió a todos sobrellevar esa situación de mejor manera. 

Mi rutina actual se basa en levantarme temprano, alimentar a mis gatos, trabajar como profesora de inglés, salir en bicicleta y preparar mis alimentos. Recientemente retomé sociabilidad con mi equipo de roller derby practicando patinaje con distanciamiento. 

Finalmente, lo más destacable es evidenciar como en la casa todas estas situaciones han creado eventos de transformación. Donde antes se dejaban las llaves ahora dejamos los tapabocas, donde antes se dejaban maletas ahora se dejan zapatos y alcohol, donde antes cocinaban una o dos personas ahora cocinamos cuatro o cinco diariamente. El platero que antes desocupábamos una vez al día ahora debemos desocuparlo tres veces en el día y fue necesario crear algunas pautas de convivencia para que todos podamos permanecer dentro de casa prácticamente 24 horas al día sin pisar la tranquilidad del otro; como horas de silencio, turnos para sacar la basura, liberar el platero, etc. Sin embargo, no todo es obligaciones, la situación de poco contacto social también nos ha llevado a propiciar momentos donde poder compartir entre nosotros; cocinamos juntos a veces, hacemos noches de juegos de mesa, karaoke o cine en casa. Hemos aprendido del otro y con el otro, comprendiendo que a veces, aunque parezca difícil puede llegar a ser una gran ventaja vivir con extraños sin sentir la presión de socializar (como cuando vives con familia), pero así mismo poder disfrutar de la compañía de alguien que podría enriquecer tu rutina.

© 2021 Curso Antropología Visual - Docente Uliana Molano - Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD

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