
Covid-19 Día a Día
Por: Carlos Enrique Casas Agudelo
La pandemia causada por el covid-19 afectó a toda la humanidad tanto en lo social como en lo económico. De una manera repentina muchas personas tuvieron que cerrar sus negocios; otros quedarse en casa ya que los gobiernos declararon aislamiento obligatorio. Algunos países por su buen sistema de salud pudieron realizar la reapertura en aproximadamente tres meses, pero en un país como Colombia, donde la desigualdad social está tan marcada y el sistema de salud es tan precario, pasaron cinco meses para que se diera una reapertura. La clase baja colombiana padece diferentes formas de opresión, como el abandono del Gobierno, por ejemplo. Dentro de este gran número de personas que vivien en precarias condiciones se encuentran los vendedores ambulantes, personas que subsisten con lo que logren ganar a diario.
Título del proyecto Covid-19 Día a Día
Autor: Carlos Enrique Casas Agudelo
Lugar: Medellín Antioquia, Colombia
Duración: 14:02 minutos
Fecha de realización: 2020
Hablé con algunos vendedores ambulantes de la ciudad de Medellín y me contaron un poco acerca de su vida y de la manera en que los ha afectado la pandemia. Todos coincidieron en que la mayor afectación ha sido en la economía, dado que no estaban preparados para cerrar sus negocios, los cuales funcionan en la calle, ya que sus ingresos son bastante bajos para alquilar un local. Durante la conversación les preguntaba el tiempo en que estuvieron sin trabajar; muchos manifestaron que un mes, otros tres y don Cesar Augusto cerro durante los cinco meses.
Los del grupo que estuvieron un mes encerrados, al ver que sus ahorros y su comida disminuía rápidamente, se vieron forzados a salir a buscar ingresos para subsistir, mientras que los que duraron tres meses pudieron aguantar ese tiempo porque tenían un poco más de ahorros o algunos familiares les ayudaba con comida o con dinero para que pudieran sobrevivir ellos y sus hijos. Don cesar que duró cinco meses sin poder abrir su negocio, contó que cerró desde el inicio del confinamiento, porque tenía buenos ahorros y su familia le ayudaba un poco también.
Me atreví a preguntarles qué era lo positivo que sacaban de la pandemia y cómo era su vida antes, durante y después de ésta. Para casi todos la respuesta fue que no encontraban nada positivo, ya que al estar encerrados y ver que no podían generar recursos, ésto les provocaba mucho estrés. Para algunos se podía rescatar el hecho de que pudieron pasar más tiempo con su familia; pero una historia en particular me llamó la atención. Se trata de don Hector Gutierrez, el cual me contaba que su vida cambió mucho; antes de la crisis solía trabajar todos los días y no se dedicaba tiempo a sí mismo, pero tras estar encerrado y sumado la muerte de su padre hace tres meses, empezó a organizar un poco más la casa. Antes comía en la calle el desayuno, almuerzo y cena, pero hoy eso cambió y solo come por fuera a la hora del almuerzo. El solía consumir almuerzos de once mil pesos ($11.000) ahora rebajó a uno de siete mil pesos ($7.000)
Además de conocer sus historias quise saber si alguna entidad gubernamental se había manifestado con alguna ayuda, como mercado o dinero, pero la mayoría no tuvo acceso a esos beneficios. Otra cuestión que me inquietaba era conocer cómo fueron las ventas durante el confinamiento y luego de la apertura, y econtré el testimonio de Sandra Asprilla; “esto fue bastante duro para nosotros, porque las personas no salían por miedo a que los multaran, o también era porque no querían contagiarse, y ahora es el miedo a contagiarse, que si no te ven con el tapabocas no se te acercan, entonces las ventas estuvieron muy malas, ahora no es que hayan mejorado mucho”, cuenta ella.
Como estrategia de supervivencia algunos empezaron a vender tapabocas, ya que era lo que se estaba buscando en esos momentos, después que el gobierno reglamentó como obligatorio su uso.
La otra cara de esta situación es el aspecto social. Cuando hablaba con ellas y ellos sobre la manera como los afectó socialmente la crisis, ya que no podian compartir con sus amistades, me encontré con algo curioso: muchos expresaron que no los afectó en ese sentido; algunos porque se consideran personas muy caseras; otros si bien si extrañaron estar con amigos y familiares, no sintieron mucho impacto en ese sentido, y con algunos con quienes tuve un poco más de empatía, me comentaron que tomarón la decisión de salir a el rebusque después de ver que nos les llegaban ayudas del Gobierno.
Entre otras de las situaciones que causó para estas personas la pandemia se encuentran los constantes controles de la policía , a quienes debían explicarles que si no salían a la calle, no tendrían comida en sus casas para ellos y sus seres queridos. Por otra parte, algunos contaron con la suerte de que los dueños los apartamentos o lugares de residencia se compadecieron a pesar de deber cerca de cuatro meses de ariendo.
La reapertura ha sido la luz al final del túnel, pues han podido volver a trabajar libremente para suplir sus nesecidades y no tener la incertidumbre de qué hacer para conseguir qué comer. Sin embargo, a pesar de lo duro de la situación y aunque las ventas siguen bajas, ya son varios los vendedores ambulantes que a raíz de esta pandemia empezaron ahorrar un poco, mientras les sea posible.
El mundo vivío un cambio cultural, muchos llevaban una vida agitada, nunca tenían tiempo para ellos mismos; pero la crisis trajo al presente hábitos que han enseñado por años, de los cuales se había perdido la práctica, pero una pandemia hizo que fueran de nuevo el pan de cada día.
Fue hermoso escuchar estas historias que enseñan a ser más humanos.