
Transmutaciones en tiempos de Covid19: ¿ Qué aprendimos?
Por: Ivonne Niño
Aprendizajes
El Covid-19 llegó al mundo para cambiar nuestras dinámicas no sólo de vida cotidiana, sino también para cambiar nuestra vida laboral. Es una realidad que no se irá pronto y que debemos aprender a convivir con él. En los sets de grabación llevamos una batalla exhaustiva para evitar el contagio y permanecer activos como gremio, actualmente estamos reconocidos como una de las industrias más bioseguras de México, según la secretaria de cultura de la Ciudad de México Vannesa Bohórquez López.
El aprendizaje más contundente ha sido el trabajar como equipo para generar una línea de producción en cadena que permitiera disminuir los tiempos agregados por los protocolos y que a la vez, lograra mantener un ambiente libre del virus. Cuando entendimos que el ser proactivo y riguroso con los lineamientos de bioseguridad, nos garantizaba trabajo, estabilidad, intercambio social y sobre todo, nos garantizaba la vida, fue el momento en que como industria hicimos “click” y cobró sentido la dinámica basada en la premisa si te cuido, me cuido. Una categórica filosofía que nos fortalece como comunidad y que nos permite una enseñanza para la vida en familia y en sociedad.
Transmutaciones en tiempos de Covid-19: ¿Qué Aprendimos?
Autor: Ivonne Niño
Lugar: Ciudad de México, México.
Duración: 9:36
Fecha de realización: 15 mayo 2021
It’s a wrap – Cuarentena obligatoria
Recién habíamos empezado el año y la llegada de Netflix a abrir oficinas en México vislumbraba un futuro promisorio para la televisión latinoamericana. En navidad, la mayoría de las reuniones que habíamos sostenido con colegas, concluían en un especial sentimiento de entusiasmo generalizado por un boyante futuro próximo; el 2020 sería sin duda, el mejor año para contar historias y para ser parte de la industria audiovisual.
Hacia febrero empezamos a escuchar sobre un virus letal, que poco a poco nos diezmaba, y con incredulidad veíamos cómo se iban cerrando escuelas, oficinas, sets de grabación e incluso fronteras; parecía una película de ciencia ficción, y varios coincidíamos en que era un tema momentáneo que solo nos obligaría a parar unas semanas, pero que por ningún motivo lograría que el tan esperado “boom” de la televisión latinoamericana se detuviera, sino por el contrario, esta situación generaba un escenario óptimo para eficientar el tiempo y aprovecharlo con el fin de crear nuevos contenidos.
Todos los comercios que no ofrecían bienes de primera necesidad, se vieron obligados a cerrar y así mismo, miles de familias se quedaron sin empleo y sin el sustento básico para su hogar. Aunque la televisión no hace parte de los bienes de primera necesidad, el consumo de minutos en pantalla se elevó considerablemente pues ahora los espectadores estaban una mayor parte del tiempo en sus casas y buscaban diversión.
Según datos de la casa Nielsen-Ibope, publicados en el diario “El Economista” de México, el consumo de televisión de los mexicanos durante la pandemia aumentó en un 5.26% e impulsó en un 26% la demanda de contenido en streeming para plataformas como Netflix, Claro Video y Amazon. Este comportamiento originó que los productos audivisuales con que contaban las plataformas y canales se consumieran de forma exponencial en contraposición a la imposibilidad de producir nuevos contenidos, por las disposiciones de los gobiernos y el confinamiento obligatorio en todo el mundo.
Durante meses nuestros compañeros de trabajo recurrieron a diferentes formas para subsistir, incluso se generaron brigadas donde entre todos donábamos mercados y recursos de primera línea para sopesar las necesidades primarias de nuestros co-workers. El desabastecimiento en las casas de los trabajadores audivisuales, era tan crítico que varios de ellos vendían sus aparatos electrónicos y hasta sus muebles por conseguir un plato de comida y así sostener a sus familias; era incómodo y paradógico pensar en que muchos de nosotros teníamos acceso a las estrellas más reconocidas del entretenimiento en Latinoamérica, pero no podíamos traer un pan a la mesa; lo máximo que podíamos hacer era tener paciencia, esperanza y fe; al fin y al cabo, la sociedad entera estaba atravesando una de las peores crisis económicas de la historia de la humanidad y no sólo traía pobreza, la muerte era el plato que se servía día a día.
El semáforo
En México se creó una línea de tiempo marcada por los colores del semáforo: rojo, significaba confinamiento total y sólo podían operar los comercios que abastecían elementos de primera necesidad; naranja, ciertos sectores de la economía que brindaban servicios complementarios; amarillo, negocios que tenían que ver con espacios abiertos pero que eventualmente atraían afluencia de público como los centros comerciales, los cines y el entretenimiento (¡ahí estábamos nosotros!); verde, la normalidad.
Después de un año, aún no vemos el semáforo en color verde, sin embargo y aunque estuvimos en semáforo naranja aproximadamente 6 meses, el gobierno tomó la decisión de activar el sector audiovisual con aforos reducidos. Las condiciones de la industria, obligaron a crear protocolos de bioseguridad tan estrictos que nos convirtieron en un sector de la economía bioseguro. Pero esta iniciativa, no estaba fundamentada más que en el temor absoluto de las grandes plataformas y canales de televisión de quedarse sin producto o de tener que pagar millones de dólares porque alguna estrella se enfermera y tuvieran que parar obligatoriamente la producción. Así de crudo, no era un tema de proteger a los trabajadores, era un tema de proteger la pantalla y a los actores para no generar gastos adicionales. De igual forma, y con la resiliencia que nos caracteriza, ese argumento fue tan fuerte que muy pronto nosotros de forma autónoma implementamos protocolos sólidos para poder seguir trabajando y cuidar a mi compañero para cuidarme a mi mismo.
Para todos era muy emocionante volver al set, no solo por asegurar nuestro sustento, también pesaba volver a encontrarnos con nuestros partners, ver renacer las relaciones de hermanandad y compañerismo que siempre han caracterizado a los crews de televisión, nuestras jordas de trabajo son tan extensas (muchas veces hasta más de 12 horas) que los compañeros de trabajo son compañeros de vida, son familia. Re encontrarnos nos llenaba el corazón de felicidad y esta felicidad era plena, al saber que de nuevo estábamos reunidos para hacer lo que más amamos, hacer televisión, ya había llegado el momento de usar nuestro hashtag preferido: #setlife.
El protocolo
Si el objetivo primordial era no volver a parar, teníamos que hacer una campaña de concientización para generar un ambiente de disciplina incorruptible que no permitiera que en el set existieran personas que fueran posibles portadores del Covid-19 y además llevar a cabo protocolos estrictos que nos protegieran a todos de contraer el virus.
Es así como se generaron anillos de seguridad para proteger los actores y limitar el contacto del crew con ellos, quienes se convertían en nuestra población de alto riesgo. Son cuatro anillos demarcados por colores y solo quien porte el color rojo puede llegar hasta el núcleo de la grabación donde están actores, director y cabezas de departamento. Para rastrear los posibles contagios se creó un sistema donde periódicamente se practican pruebas de detección del virus de la siguiente forma: a los miembros del círculo rojo se les hacen 2 pruebas PCR semanal y 1 prueba de antígenos a mitad de semana; a los integrantes del crew de la zona narajana, amarilla, verde y negra se les hace 1 prueba PCR semanal; y a la población flotante que eventualmente llega al set se le practica 1 prueba PCR para ingreso y 1 prueba de antígenos semanal para control; por último, las pruebas de anticuerpos se usan cuando los actores tienen que tener contacto entre si (besarse, tocarse, abrazarse). De esta manera, no existe posibilidad de perder el rastro de quienes puedan estar contagiados y detener la proliferación del virus en caso de un positivo.
Todos los días al ingresar a la locación, los miembros del equipo, sin excepción, pasan por un filtro donde se les realiza un cuestionario para identificar el estado de salud, se les mide temperatura, se lavan las manos y se les entrega su equipo de protección personal.
Todos tienen el firme propósito de no quitarse su tapabocas y en las áreas de riesgo su careta bajo ninguna circunstancia. Así mismo, se han dispuesto islas para lavado de manos frecuente y tapetes desinfectantes con cloro al ingreso de cada área de trabajo.
Para el manejo de ambientación, props, vestuario, maquillaje y todo objeto que pueda ser manipulado por un actor, la premisa es desinfectar y sanitizar todo elemento que llegue al set. Temprano en la mañana se realiza una sanitización general del lugar de trabajo; garantizar un ambiente libre del virus, es de vital importancia para todos los involucrados en la cadena de producción.
Se diseñaron reglas para cuidar de la sana distancia en cualquier área de trabajo, como también fue necesaria la creación de una sinergia con proveedores de servicios para lograr que los elementos que ingresaran a las locaciones como catering, radios, campers, servicios de seguridad, baños, picture cars, stunts, semovientes y cualquier elemento externo estuviera diseñado de tal manera que se garantizara el poder disminuir el riesgo ante una posible invasión del virus en cualquier punto del set.
En las áreas de vestuario y maquillaje, también es obligatorio el uso de tapabocas, careta y conservar un distanciamiento adecuado entre compañeros para evitar el intercambio de fluidos. Los vestuaristas y maquilladores son personal de riesgo al tener contacto directo con actores y hacen parte del anillo de seguridad rojo, sus medidas de bioseguridad, controles y seguimiento de protocolos es mucho más estricto que los de los anillos de seguridad naranja, amarillo, verde y negro.
El equipo responsable de mantener el orden y garantizar el cumplimiento de las normas es un nuevo grupo creado para este fin y al que denominamos “Equipo Covid”, el cuál está conformado por un oficial covid, un asistente de producción covid y dos o tres “cleaners”, según el tamaño de la producción. Este selecto grupo tiene la tarea de organizar la logística necesaria para implementar el protocolo, velar por su cumplimiento y reportar cualquier anomalía que pueda poner en riesgo la operación.