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Movimiento en la virtualidad

Por: Julian Emerson Gonzalez

Recuerdo que cuando era niño y escuchaba relatos apasionantes acerca de los diversos acontecimientos que han marcado la historia de mi país y en general de toda la humanidad, siempre soñaba con que en algún momento de mi vida pudiera ser por lo menos testigo de algo parecido, y si bien a lo largo de mi vida he visto el transcurrir de un sinfín de hechos no propiamente normales, por enumerar algunos: el ataque a las torres gemelas en Nueva York, la revolución tecnológica de los últimos años, desastres naturales, la brutal guerra en Colombia, el proceso de paz, etc. Pues parece que gracias al covid-19 mi sueño de niño se hizo realidad: La humanidad está enfrentando una ¡PANDEMIA! Algo que ninguna persona que esté viva hoy en día había vivido antes, y acá estoy yo haciendo parte de esto, tal como lo soñé. La verdad más que un sueño, parece una distopía realmente. Y a pesar de todos los avances en múltiples campos, el virus ha develado una sociedad que no está preparada para esto, una sociedad desigual e injusta, una sociedad diseñada por y para pocos. Ahora bien, debido a esta coyuntura hemos tenido que afrontar una serie de “nuevas realidades” y a muchos nos ha tocado “reinventarnos”, términos de moda para el proceso adaptativo que trajo consigo la enfermedad.

Título del proyecto: Movimiento en la virtualidad

Autor: Julian Emerson Gonzalez

Lugar: Bogotá

Duración: 12:05 minutos

Fecha de realización: 31 de julio

La educación por supuesto que ha sido afectada directamente con esta situación. Aunque la educación virtual ya es una realidad hace un tiempo (UNAD, por ejemplo), realmente estaba pensada (por lo menos en Colombia) para necesidades muy específicas, por lo que todos los actores de la educación tradicional no contaban con que de una semana a otra tendrían que asumir la virtualidad como única opción y además por un tiempo indefinido. ¿Y si además a esta “nueva” educación virtual le sumamos procesos educativos que necesariamente implican un esfuerzo y contacto físicos?, entonces el reto se hace mayor y a su vez se hace necesario abordar la problemática para así lograr vislumbrar nuevas formas en este sentido. Sin necesidad de salir de la unidad residencial que habito, realizo la observación de dos casos específicos, dos personas que afrontan esta situación de maneras diferentes, pero igualmente muy interesantes. Veamos.

Arte Danzario

María Fernanda Rodríguez Cristancho tiene 18 años y vive con sus dos padres, es estudiante de Arte Danzario en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas en la ciudad de Bogotá, y a pesar de que su primer semestre se vio afectado por múltiples movilizaciones y cese de actividades en el 2019, jamás imagino que sus siguientes semestres se darían de manera virtual. La mayoría de sus clases empiezan a las 6 a.m., por lo mismo, el desayuno no es una opción, no puede tomar la clase con el estómago lleno porque no tendría la misma disponibilidad física. Por lo general toma unos minutos para poder iniciar una clase, el primer desafío es la conectividad, no todos tienen los mismos equipos ni el mismo ancho de banda para el internet, entonces realmente cuesta un poco la sincronía para iniciar. Los profesores realmente ponen de su parte, pero igual es muy difícil llevar una clase donde tienes que ver a cada uno de tus alumnos en detalle, cada uno de sus movimientos, sus aciertos o sus errores. Siempre hay un maestro de música para las clases, puesto que interpreta la música en vivo según las indicaciones de los diferentes maestros.

Si alguno de los involucrados en la clase tiene un problema, por mínimo que sea, afecta el desarrollo de toda la clase, por lo que avanzar en el temario se hace una labor de verdadera paciencia. Mafe pone todo de su parte la mayoría de las veces y en general todos los estudiantes, pero realmente hay momentos que la frustración es evidente, se siente, hasta el punto de llegar al llanto o pensar en abandonar, pero luego de un rato se revive el entusiasmo y la buena onda toma la clase nuevamente. Trato de ser invisible para Mafe mientras realizo mi observación, pero aparece otra de las grandes dificultades: el espacio. Los apartamentos son realmente pequeños y el espacio que le queda para tomar sus clases (el del comedor) no es mayor a 3 metros cuadrados, si algún miembro de la familia tiene que desplazarse por el apartamento tiene que ser muy cuidadoso con no interferir con su espacio además que los horarios de trabajo y estudio de los 3 integrantes de la familia prácticamente son los mismos, lo que lleva a otra serie de inconvenientes como la lentitud en el servicio de internet, confusión de audios, hablar al mismo tiempo todos, y no faltado la vecina con Tropicana estereo a todo volumen en medio de una retroalimentación del maestro.

Ni hablar del piso que, por supuesto no es el adecuado y por el contrario puede ser facilitador de lesiones, la ventilación no es la indicada para el trabajo físico de este nivel. Pero aparte de todos los problemas técnicos y físicos que se presentan, hay algo que detecto que puede ser igual o incluso más relevante en esta situación: el desgaste mental. Mafe no ha pasado de la portería del conjunto residencial en más de 120 días, la vida ha dado un giro inesperado y su realidad es completamente diferente a la que había imaginado, extraña su vida “normal”, extraña sus clases, sus interacciones y el contacto físico tan necesario en su carrera. La suma de todos los inconvenientes mencionados merma indefectiblemente el desarrollo del proceso físico de Mafe y sus compañeros a pesar de toda la buena energía que le imprimen a las clases.

Kínder Virtual

Ángela Cardoso es una mujer de 38 años, madre de Samuel, un niño de 3 años; convive con su pareja que por cierto hace parte de las excepciones (sector bancario) que pueden salir a trabajar durante la cuarentena. Su rutina antes de la pandemia consistía en desplazarse de lunes a viernes en su moto hasta el Colegio Antares ha desempeñar sus labores de profesora de Pre- escolar, allí Angela desarrollaba sus clases siempre tratando de enseñar mediante el juego y una constante actividad física durante la jornada diaria, algo indispensable para grupos de estas edades (4 a 5 años).

 

Como la mayoría de nosotros, ni el colegio ni Angela estaban preparados para continuar sus actividades cotidianas bajo las nuevas circunstancias de aislamiento que nos imponía el nuevo corona virus. Todo se dio tan rápido que en cuestión de días ya estaba sentada en su casa frente al computador afrontando la nueva situación. Lo primero que me llama la atención al asistir a sus clases a realizar mi observación es Samuel, apenas escucha que su mamá está iniciando la clase con todos los niños (30) salta de su cama y llega corriendo a llamar la atención y a interrumpir la interacción. Los audios son una locura antes de iniciar la clase: madres gritando, música a todo volumen, los niños hablando todos al tiempo. Angela mediante la música y el baile logra captar la atención de los niños después de haberlos saludado a uno por uno.

 

Luego de tener su atención inicia una serie de rutinas que incluyen desde el principio el baile como eje central tanto de la actividad física como de la concentración de los niños y realmente le funciona durante casi todo el tiempo, porque también de un momento a otro observo la pantalla y algunos niños ya no están, o está algún hermanito o abuelo, o la cámara esta enfocando el techo o simplemente el niño está de espalda a la cámara o haciendo cualquier otra actividad distinta a la que venían realizando en la clase. Sin embargo, es realmente admirable lo que Angela logra al estar lo más concentrada posible, brindando atención a cada uno de sus alumnos incentivándolos para evitar su distracción y además con su hijo Samuel intentando de algún modo reclamar a su mamá atención. Angela está aprendiendo sobre la marcha como llevar este tipo de clases, pero igual tiene que lidiar con mil factores adversos y ni hablar de los niños que realmente sobresalen en su actitud ante la situación tan nueva para todos; la verdad en estas etapas de crecimiento es primordial prestar atención detalladamente tanto a la motricidad gruesa como fina de los niños, y de esto es consciente Angela que en ese sentido piensa que los niños son los directamente perjudicados.

Claramente puedo afirmar que se pueden rescatar cosas positivas en este cambio de paradigma que encierra la educación virtual. En el caso de María Fernanda, ella misma afirma tener una mejor consciencia de su cuerpo debido a las nuevas circunstancias que la han obligado a escucharse a si misma y a la relación que tiene con su cuerpo, logrando de alguna manera un apropiamiento de su proceso, además, la familia de Mafe se ha visto mucho más involucrada en su desarrollo al ser testigos de primera mano de sus clases. En cuanto a Angela puedo destacar su creatividad a la hora de mantener la concentración de los niños, involucrando el juego (mediante retos en el hogar) y el baile, ya no solo en las clases de educación física y de baile propiamente dichas, sino en todas sus demás clases, incluyendo español y matemáticas, logrando una especie de simbiosis entre sus clases que por el momento le arrojan buenos resultados a pesar de las falencias.

Por ahora el futuro de la educación que conlleve esfuerzo, coordinación y contacto físicos, en los medios virtuales es incierto. Me queda la sensación de que una de las virtudes que nos hace exitosos como especie, es la capacidad de adaptación a nuevas realidades, y esta vez no creo que vaya a ser la excepción.

© 2021 Curso Antropología Visual - Docente Uliana Molano - Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD

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