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Maura, una mujer mayor en tiempos de pandemia.

Por: Angie Stephanía Parra Basto. (408042_4)

Maura Sigua, mi abuelita, es una mujer de 77 años, que nació en el departamento de Casanare, pero que ha vivido casi toda su vida en la fría ciudad de Bogotá. Ella es madre de 4 mujeres y 3 hombres, abuelita de 9 nietos, y 4 bisnietos. Dada su edad, es considerada en Colombia como una adulta mayor. En cualquier otro momento esto no habría sido de mucha relevancia, pero para esta narración, este es un hecho importante, ya que al vivir en una situación de pandemia a causa del Covid-19, ella se encuentra clasificada dentro del grupo poblacional más vulnerable en la actualidad.

Dicho lo anterior, el gobierno nacional desde marzo del 2020, vía decreto, prohibió a los adultos mayores de 70 años salir de sus casas con el argumento del nivel de vulnerabilidad y mortalidad de estas personas, además de que podrían colapsar el sistema de salud si estos se llegaban a contagiar del virus. Esta medida no fue novedosa, ya que, en otros países como Francia, fue también aplicada esta restricción, sin embargo, esto dio origen a un movimiento llamado “La rebelión de las canas”. A partir de esta iniciativa, se ha dado origen a un gran debate sobre la infantilización de los adultos mayores al llamarlos “abuelitos”, además del trato paternalista y discriminatorio que ellos reciben por parte del Estado colombiano (Uprimny, 2020).

Mi abuelita Maura, es un ama de casa quien llegó a estudiar hasta la primaria y fue algunos años profesora de la escuela de su pueblo, ya que este era el nivel más alto de escolaridad. Desde la muerte de su esposo Joaquín, su familia ha sido su mayor apoyo. Al visitarla después de 7 meses, debido a que había evitado tener algún contacto físico con ella como medida de protección, lo primero en lo que me fijo es en sus ojos negros. Esta vez ella tiene una mirada diferente, en la que claramente se refleja tristeza, esto me conmueve mucho. Antes de eso, quien ingresa a la casa, debe pasar por un buen “baño” de alcohol en spray, un uso permanente del tapabocas y un profundo lavado de manos. Después de esto, es posible saludarla desde la distancia y empezar a hablar de los evidentes cambios físicos que se hallan entre las partes, como el hecho de estar más delgada o delgado, más linda o guapo, más alta o alto.

Luego de la bienvenida y el recordar desde cuánto hace que no nos veíamos, y ofrecerme una mandarina, mi abuelita me dice que subamos a mirar sus “matas”. Junto con mi mamá, quien es su nuera, empiezan a hablar de cómo han estado las cosas, a pesar de que mucha de esa información ya la conocen, debido a que casi todas las semanas hablan por teléfono. Yo, mientras tanto, empiezo a observar su jardín y cuántas nuevas especies de flores se hallan en él, a pesar de que ella desconozca sus nombres. Luego de unos minutos, empiezo a entrar en calor sobre el tema de cómo ha estado ella, de cómo se ha sentido y a qué se ha dedicado en estos meses.

A pesar de ya tener una idea previa, una charla directa con mi abuelita me abre la puerta a entender mejor su punto de vista. Mi abuelita me dice que lo más abrumador ha sido el depender de otras personas, tanto para comprar sus alimentos como el ir por sus medicamentos. El no poder salir de casa es algo que la ha afectado obviamente, pero le da crédito a su terraza y jardín, como los medios para mantenerla entretenida y la posibilidad de tomar algo de aire y sol. Ella me dice que no ha podido asistir a ninguna cita médica, ya que para ella deben ser virtuales y no tiene acceso a internet todo el tiempo.

Mientras hablamos, ella se recuesta en un muro y mira hacia la calle, en la charla nos acompaña el ruido de los megáfonos de los vendedores informales que van pasando en carretillas con sus productos ofreciéndolos en las calles. Al preguntarle sobre qué piensa sobre las medidas dictadas por el presidente de la república, me sorprende al decir que está de acuerdo con ello, ya que según ella es una manera de proteger a los adultos mayores, y que, si las personas no le hacen caso al presidente, menos al resto.

Por otro lado, me expresa que el mayor sentimiento que ella ha tenido en todos estos meses es el miedo. A pesar de que algunos de sus hijos han querido que salga de casa, ella es firme en decir que su temor es mayor al aburrimiento que pueda sentir entre las cuatro paredes. El miedo, ha sido la causa principal para estar en aislamiento, independiente de que hasta hace unas semanas esto fuera obligatorio. Esto ha sido mayormente infundido por los medios de comunicación. A pesar de que mi abuelita no tiene acceso a redes sociales, el medio que más utiliza para informarse y entretenerse es la televisión nacional.

Al hablar con algunas de sus hijos como Ángela, José y Diana, ellos también concuerdan en que este ha sido un canal para que ella se sugestione y se llene de noticias negativas. Mi tía Ángela es madre de una pequeña de 7 años, quien ha tenido una fuerte relación con mi abuelita Maura. Mi tía me cuenta que la niña llora por no poder estar con su abuelita, y constantemente se pregunta cuándo terminará esta situación, a pesar de que están con constante contacto vía telefónica. Para ella, la familia en este momento debe ser una motivación para mi abuelita, pero reprocha el hecho de que no todos han respondido de la mejor manera ante su llamado de estar pendiente de ella, así sea desde la distancia.

Por su parte, Diana, al ser la hija mayor tiene un punto de vista en el que considera a su mamá como una mujer muy independiente, quien ha sido afecta tanto física como emocionalmente por el confinamiento, el cual ha tenido un gran impacto tanto en su familia, como a nivel general en los adultos mayores, y que, por ende, necesita del apoyo de sus hijos.

Por otro lado, José, quien es mi papá, manifiesta su temor al visitar a mi abuelita, ya que piensa que es un gran riesgo para ella y prefiere estar alejado físicamente, a pesar de extrañar mucho a su madre. Por otra parte, Cristina, quien es mi mamá, ha sido una de las personas más cercanas a mi abuelita en estos momentos. Ella de vez en cuando le envía algunos encargos como maquillaje o ropa, elementos vitales para mantener la vanidad de mi abuelita, además de ser su confidente en algunos temas de los que no habla libremente con sus hijos. Cristina hace énfasis en lo importante que es mantener una conversación positiva con su suegra, darle ánimo y esperanza de que esta pandemia terminará pronto.

Todos ellos coinciden en que es deber de toda la familia responsabilizarse del bienestar de mi abuelita, razón por la cual, se ha tomado durante todo este tiempo, la medida de no estar cerca de ella, o saludarla desde la calle mientras ella mira por la ventana. A pesar de la impotencia que dice sentir Ángela, ella enfatiza en que todos, tanto hijos como nietos debemos estar pendientes de ella, llamarla y darle un mensaje de optimismo.

Sigo hablando con mi abuelita, y puedo darme cuenta de que ella muestra una posición de fortaleza y serenidad, pero para mí es inevitable percatarme de que su expresión demuestra lo contrario. Detrás de sus palabras hay un sentimiento de soledad y tristeza, además de pérdida. Debo confesar que nunca había visto a mi abuelita así, y en verdad no quiero mostrarla como una víctima, aunque quizá de cierta manera sí lo sea. En este momento me pregunto hasta qué punto como familia hemos hecho lo correcto, si hemos caído en la excusa de su aislamiento por su bien, y no hemos entrado a profundizar en cómo ha afectado esta situación su salud mental y emocional.

Este es el caso de mi abuelita, visto a través de mis ojos, pero me cuestiono sobre cuántos adultos mayores estarán pasando por momentos como este o peores, en donde no tienen alguna persona como apoyo, algún sustento económico y para su supervivencia deben exponerse y salir a trabajar.

Luego de algunas fotografías y una larga charla, bajo las escaleras y observo desde lo lejos de mi abuelita, quien todo este tiempo ha permanecido en el segundo piso. A través de una reja, me despido, y hago la promesa de volver, claramente tomando todas me medidas de bioseguridad, pero con la firme convicción de que ella es un ser de admirar por su fortaleza y optimismo ante una situación de crisis mundial.

Maura, una mujer mayor en tiempos de pandemia.

Autor: Angie Stephanía Parra Basto

Lugar: Bogotá

Duración: 14:34 minutos

Fecha de realización: 20 de noviembre de 2020

© 2021 Curso Antropología Visual - Docente Uliana Molano - Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD

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