top of page

Una dieta vegana

Somos lo que comemos: Una dieta vegana

Año: 2017
Duración: 15:00 min
País: Colombia

Directora: Paola Lozano
Guión: Paola Lozano
Música: Freemusic.com-quietest
Fotografía: Paola Lozano y Juan Murillo
Reparto: Camila Alarcón, Juan Manuel González, Nicolás Osorio, Diana Botero, Juan Diego

Género: Documental

Nicolás Osorio: "No soy vegano..."

Hace ya dos años que conozco a Daniela Osorio (22 años), y cuándo le mencioné que me llamaba la atención el tipo de dieta que su padre llevaba, inmediatamente me quiso colaborar y ser parte activa de mi investigación. La idea surgió al recordar que en varias oportunidades ella había mencionado que su padre tenía una dieta vegana, además de un gran interés por mantener reservas de granos, y comida no perecedera.

En un principio pedí a Daniela el favor de comentarle a su padre, Nicolás Osorio (60 años), si estaba dispuesto a participar de mi investigación, y sobre todo si me permitiría fotografiar, y grabar su modo de vida; en un par de días ella logró concretarme una cita para que personalmente explicara y expusiera mi proyecto, pues Nicolás es un persona que ha dedicado gran parte de su vida a la producción de documentales alrededor del país, así que más allá de entender mi idea, y la razón de su ejecución, él se sentía curioso por saber cuál era mi propósito, con qué fin (además del académico) me aventuraba a convertirlo en foco de mi investigación, y cómo finalmente iba a traducir todo esto a un producto audiovisual.

La cita se llevó a cabo un miércoles en horas de la tarde, casi al anochecer; fui hasta casa de Daniela y allí me fue presentado formalmente Nicolás, (yo lo había visto en un par de oportunidades pero no habíamos tenido una conversación que pasara del saludo). Recuerdo que lo primero que me preguntó fue por qué quería que él fuera parte activa de mi proyecto y finalmente cual era mi idea, porque Daniela le había contado lo que yo le había mencionado pero quería una explicación de primera mano, algo bastante lógico. Yo atendí a sus interrogantes diciéndole que me causaba curiosidad saber por qué una persona, que según su hija nunca había sido vegana, había buscado en la comida una forma de transformar su vida, y sobre todo cómo su familia había respondido a ello; él escuchó atentamente mis razones, además de las menciones de lecturas, artículos de prensa, e investigaciones que había realizado sobre el tema. Después de mi intervención él inició la suya aclarando enfáticamente que no era vegano, porque el veganismo implicaba más que no consumir alimentos de animales, un completo rechazo por todo lo que se consumiera y que fuese de origen animal, a lo cual le sumó que siente que es una forma de categorizar una actitud frente a la vida, cosa en la cual en no se siente inscrito. A continuación me contó un relato de su vida consumiendo carne, y que poco le había importado la ingesta de frutas o verduras porque culturalmente había sido educado de esa forma; también mencionó su trabajo con la Federación Nacional de Cafeteros, hablando de las fincas y los jornaleros, y como siempre era recibido en las haciendas con pedazos de chicharrón u otro alimento proteico; en esa época él viajaba por todo el país y documentaba el trabajo de las haciendas, para luego crear piezas audiovisuales que servían como herramienta de enseñanza y expansión de conocimiento agricultor.

En un punto de su historia me empezó a hablar de por qué había decidido dejar de consumir carne y alimentos de origen animal, además tomar conciencia del gasto que implicaban ciertas actitudes y hábitos de consumo; él mencionaba que todo había empezado por dos razones completamente distantes, la primera tenía que ver con su estudio de doctorado en educación, donde se empezó a interesar en la relación materno – infantil que existía entre una vecina, que si es vegana, y su hijo Juan Diego (5 años) criado con una dieta completamente vegana; a esto se le sumó un problema cardíaco que tuvo que ser tratado e incluso operado, remitiéndolo así a una nutricionista que le recetó una dieta con muchos vegetales, frutas, y poco colesterol. En ese proceso de recuperación se acercó mucho más a su vecina, Diana (28 años), quién empezó a enseñarle hábitos de nutrición veganos y a partir de ese momento inició todo su proceso de cambio, no solamente nutricional, sino también mental; aunque comentaba que todo era una cuestión de querer, explicando que si en algún momento él quería comer algo de carne, lo hacía porque era su decisión y no la de otra persona.

Analizando toda su narración me di cuenta que Nicolás tenía unas bases éticas bastante fuertes, pues toda la conversación fue más allá de cuestiones nutricionales y de consumo alimenticio; dentro de sus afirmaciones y comentarios veía una firme creencia en la existencia de una conciencia, en distintos niveles, de los seres que habitaban el planeta, él comentaba que claramente existían unos ciclos de control de  población dados por la misma tierra, pero que desde su percepción y concepción del mundo no era lógico que nosotros, los seres humanos, tuviésemos que necesariamente  vivir de lo producido por otras especies e incluso de ellas mismas, pues todo estaba dado por la naturaleza y nosotros solamente teníamos que tomar lo necesario para subsistir. Para él todo esto fue comprensible con los años de aprendizaje y experiencias que había acumulado, y sobre todo con la aprehensión de hechos, posturas, pensamientos, y conocimientos que aún estaba estudiando.

En medio de nuestra amena charla pasamos a su cocina para mostrarme su proceso de clasificación, porción, y almacenamiento de alimentos, incluso me habló de algunas formas de preparación de los mismos. Aunque la conversación se mantenía fluida, y yo me seguía asombrando por la fuerza y la firmeza de su pensamiento, él insistía en entenderme y entender qué estaba buscando al formularle mi propuesta, a lo que finalmente cedió diciendo que todo se respondería en la medida que estuviéramos avanzando; en un punto de nuestra charla Nicolás recibió una llamada de Diana, le contó un poco lo que estábamos hablando y con ella acordamos una cita para el día viernes, esto me llenó de entusiasmo, así que podría decir que este primer encuentro culminó con mucha información y ganas de emprender esta aventura. Antes despedirnos me dio a probar varios de los alimentos que tenía, algunos fueron de mi agrado, otros no tanto (como la leche de soya), después organizamos vernos al día siguiente para tomar unas fotografías y seguir hablando; en ese momento decidí que debía grabar en voz nuestra próxima reunión para no perder detalles importantes que mi mala memoria pudiese omitir, intercambiamos números celulares, y me fui a casa con la tranquilidad de que tenía luz verde para todo el proyecto.

Al día siguiente llamé a Nicolás a las 11:30 a.m. para confirmar nuestra cita, pues habíamos acordado la noche anterior vernos a las 12:00 m, pero él quería que media hora antes le hiciera un recordatorio. A las 12:00 en punto llegué y Nicolás me recibió en la puerta, entramos a su casa donde se encontraban su esposa Gloria y su mascota Aquiles (a quien quiero registrar también, pues en ocasiones consume alimentos veganos), nos organizamos para continuar con la charla del día anterior, él me preguntó que quería registrar y cómo, y yo le respondí que quería que me explicara cómo clasificaba, organizaba y porcionaba toda su comida (en ese momento recordé grabar la conversación y dispuse mi celular para ello). Resumiendo tan extensa explicación que inició en una habitación donde había dispuesto un armario para almacenar grandes cantidades de granos, Nicolás decía que su sistema se iba desplazando a la cocina, donde dejaba porciones para cocinar y finalmente congelar, pues al hacerlo prevenía que algún insecto dejara huevos en los alimentos, luego me habló de cómo había logrado llegar a las porciones adecuadas para su cuerpo y que todo había sido dado por ensayo y error, algo que dejó evidente sobre la pared de su cocina escrito a lápiz; culminó esta parte mostrándome un plato que había conseguido en el centro para organizar las porciones de los alimentos que quería comer en alguna de las comidas del día. En medio de esta explicación fuimos interrumpidos por una emergencia que había tenido Diana en su cocina, su refrigerador ya no congelaba y si no buscaba un lugar para guardar sus reservas éstas se perderían; esta calamidad me permitió conocerla y charlar con ella antes de lo planeado. Me comentó que decidió ser vegana a los 13 años de edad por el trabajo de su padre en una procesadora de cárnicos, también me contó algunas anécdotas de su vida, y finalmente me explicó que la prueba viviente de que se podía crecer y vivir sanamente sin consumir nada proveniente de un animal era su propio hijo; nos despedimos y acordamos un pronto encuentro para probar sus recetas y conocer a Juan Diego.

Luego de la visita de Diana decidimos con Nicolás ir a comprar algunas frutas, verduras y granos, para abastecer un poco su alacena mientras buscaba un día para ir al centro y comprar, a mejores precios, una cantidad mucho mayor de alimentos. En ese recorrido me explicó cómo escogía los alimentos, y me sugirió leer sobre la Teoría Gaia donde se habla de la tierra como un organismo vivo.

Ya para despedirnos hablamos a profundidad sobre el consumo de ciertos elementos como el plástico y objetos que producen bastantes desechos, y cómo él sentía que aportaba a un cambio positivo desde sus hábitos de vida aunque esto no fuera tan significativo; terminamos nuestra conversación con la promesa de que le remitiría este texto para que tuviera más claridad de lo que me estaba proponiendo.

bottom of page