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Buñuelería Elkin

Desde mi llegada al municipio de La Ceja Antioquia hace poco más de 4 años, no ha pasado un día en el que no haya escuchado que los buñuelos han llegado a la puerta de mi casa… “Buñuelos, pan de quesos, almojábanas, calienticos los buñuelos…” y así una y otra vez. Entonces fue cuando me empecé a preguntar, ¿quién fue el señor que hizo la grabación?, ¿dónde están ubicados?, ¿qué hay detrás de tan original idea en el municipio?, preguntas que he ido respondiendo a medida que transcurre el tiempo y conozco personas que llevan años habitando el municipio.

Para conocer un poco más acerca del municipio, de su cultura y en este caso en particular dar un paseo por la historia a través de la tradición de la elaboración de los famosos buñuelos, me subí a una bicicleta y a continuación me dispuse a recorrer las perfectas calles trazadas por las que es famoso el municipio de La Ceja. No habían pasado cincuenta metros desde que inicié a pedalear cuando empecé a cruzarme con un ciclista tras otro. Algunos se dirigían a sus trabajos, otros montaban por salud, otros por ocio… pero todos siempre teniendo como preferencia el uso de la bicicleta; fue entonces cuando me acerqué a la persona de más edad con la que me encontré y quién también montaba una y me dijo que en todas las casas del municipio me iba a encontrar como mínimo una o dos bicicletas.

Título: Buñuelería Elkin
Realizador: Jimmy Ramírez
Duración: 13:48
Lugar: La Ceja - Antioquia
Año: 2018

Crónica fotográfica

Estando pues en este proceso de indagar y conocer mi municipio, escuché al fondo de la cuadra en dónde me encontraba la tradicional melodía de los buñuelos, así que cogí mi bicicleta y me dispuse a alcanzar al ciclista quién acababa de entregar a un fiel comprador un paquete con buñuelos. Solo fue posible alcanzarlo cuando este se detuvo a entregar otro paquete de buñuelos, así que al hacerlo le pregunté que donde quedaba ubicado el local principal de la buñuelería, a lo que me respondió que en ese momento se dirigía precisamente hasta allá para recargar de nuevo su nevera con buñuelos frescos.

En ese momento pensé que sería la oportunidad perfecta para ir preguntando acerca de su innovadora forma de distribuir buñuelos por todo el municipio pero me llevé la sorpresa de que llevaba muy poco tiempo laborando allí por lo que no me pudo dar gran información. Se limitó a mencionarme que para realizar el trabajo y estar siempre a tiempo, debían contar con un buen estado físico, pues estar pedaleando durante horas no era precisamente sencillo de hacer. Este trabajo lo facilitaban las planas calles del municipio, y con las direcciones tampoco tenían problemas pues al estar tan bien trazadas solo debían procurar recorrer todas las calles, previamente planeadas en el local principal. Me contó también que había algunos lugares preferenciales por los que sí o sí y a diario debían pasar, pues no había un solo día en el que no les dejarán buñuelos.

Pasados unos minutos, ya me encontraba en la famosa buñuelería de Don Elkin, una persona cálida, trabajadora, apasionada por lo que hace, quién inmediatamente me invitó a pasar al local que como de costumbre, ya se encontraba lleno. Fue agradable ver niños, jóvenes, pero sobre todo muchos adultos, esperar por su turno para que en el desayuno no les fuera a faltar un delicioso buñuelo.

Una de las preguntas que más curiosidad me generaban era saber quién era la persona que había hecho la grabación con la que acompañaban la venta de buñuelos, a lo que Don Elkin me respondió que: ¿Qué tipo de persona me imaginaba?, y por el perfil de la grabación escuchada lo único que respondí fue que me imaginaba a un señor mayor… entre risas, me respondió que realmente la grabación había sido hecha por un primo suyo de solamente dieciséis años, y bueno, aunque era una respuesta que en verdad no me esperaba, me llevó a pensar que debo prestar más atención a la próxima vez que la escuche.

Don Elkin me contó que en los inicios, era su propia familia quien tomaba una canasta con buñuelos y a pie iniciaban una larga caminata por las calles del municipio, además para ese entonces, no contaban con una grabadora, ni parlantes para notificar al pueblo sobre la venta de buñuelos, por lo que les tocaba gritar e incluso hasta a veces llegar sin voz a su casa. Antes de continuar su relato, Don Elkin me ofreció buñuelo con café, invitación a la que no me pude resistir. A través del tiempo y sumando experiencia, Don Elkin junto a su familia, fueron creando una receta sencilla pero cautivadora, logrando que los buñuelos tuvieran una textura tan agradable que les empezará a sumar clientes con cada semana que pasaban vendiendo.

Esta receta, elaborada en su momento totalmente a mano, les exigía un compromiso y trabajo duro, en la que tenían que estar puliendo cada pequeño detalle en busca de convertirse en una buñuelería única y reconocida en la región; una buñuelería que se convirtiera en icono para los habitantes del municipio de La Ceja y porque no para todos sus visitantes. Luego de ver a Don Elkin y a su familia trabajar, logré darme cuenta casi sin que él me contara porque tenían lo que tenían y porque sus buñuelos son del agrado de niños, jóvenes y adultos del municipio. Todo ese amor, ese empeño y esas ganas de levantarse temprano todos los días por llevar a la mesa y no dejar a nadie esperando por esta tradición Cejeña. Hoy en día, la buñuelería Don Elkin, distribuye buñuelos por todo el municipio y algunas veredas de la región. Para el casco urbano, se recurre a la bicicleta como medio de transporte y podría decirse que puerta a puerta, en el que por casi tres o cuatro veces al día estos guerreros de las dos ruedas, se desplazan para llegar a tiempo a cada rincón el municipio. Para la zona rural, cuentan con una motocicleta sencilla que lleva una gran canasta en la parte de atrás, que se llena de buñuelos para ser llevada a las tiendas más alejadas del municipio.

Entre historias y anécdotas que Don Elkin muy gustosamente me compartía, me contó sobre uno de los retos más grandes que se ha enfrentado durante los últimos años en el municipio y es el crecimiento comercial. De manera acelerada ha observado como las principales cuadras del municipio se han llenado de locales comerciales que ofrecen diversidad de productos y manjares que causan curiosidad en los Cejeños, quiénes en muchas ocasiones reemplazan los buñuelos por otro tipo de productos para el desayuno.

Las comidas rápidas y otro tipo de locales, hacen que el buñuelo que por boca de muchos ya es tradición, empiece a ser reemplazado por productos hechos meramente por máquinas. La competencia es dura y aunque a veces se utilicen máquinas para agilizar ciertos procesos en la buñuelería; la esencia, la tradición y el amor que le ponemos a cada uno de ellos es lo que les da ese toque mágico, dice Don Elkin.

Después de un rato de compartir experiencias y conocer acerca del proceso de elaboración de este delicioso producto, le dije a Don Elkin que me vendiera un paquete de buñuelos antes de que se acabaran, para lo que llamó a una de sus hijas, quién de manera muy servicial me los empacó en una bolsa de papel. Le di las gracias, de igual manera me dirigí a Don Elkin para despedirme y agradecerle por el espacio, tomé mi bicicleta y llegué justo a tiempo para compartir con mi familia un desayuno acompañado de deliciosos buñuelos.

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