La papa o Iome (en lengua muisca), es cultivada aunque no de forma exclusiva en el altiplano cundiboyacense desde antes que llegaran los españoles y es considerado por muchos como el producto insignia de las zonas de clima frío, pues se siembra en grandes extensiones de tierra y se consume en grandes cantidades y en diferentes presentaciones, covirtiéndose así en un producto escencial de la alimentación de los pobladores de esta región del país. 

 

En los campos de Boyacá y Cundinamarca se erigen cientos de hectáreas de cultivos de papa, los cuales son fruto del trabajo diario de miles de campesinos que se esfuerzan por sacar adelante a sus familias mediante la labor constante y muchas veces desagradecida, pues aunque se le invierte muchas horas del día, las cuales se convierten en semanas y meses, en ocasiones la cosecha se pierde por las inclemencias del clima o por alguna u otra enfermedad, o porque la venta en el mercado no fue la mejor por la baja de los precios en el momento.

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Dentro de estos cultivos, y aunque para los que no somos cultivadores solamente reconocemos 2 o 3 variedades de papa, hay varios que últimamente no se producen con la misma frecuencia con la que se hacía antes, los cuales según el Corpoica son 60, las cuales se conocen como papas nativas y que se caracterizan porque tienen diversas formas y colores que a primera vista distraen al comprador porque no se parecen a las papas que comunmente observamos.