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Pintura sobre madera y su valor
En el barrio Gloria Lara (Localidad Suba, Bogotá, Colombia) - barrio que lleva el nombre de Gloria Lara Echeverri, abogada y política colombiana que fue asesinada impunemente - vive la señora Carmen Rosa Gómez: Pintora sobre madera, pensionada, madre de tres hijos ya mayores de edad todos, y que pasa sus días en su casa de 4 pisos con su esposo y su perro, un French poodle un tanto viejo llamado Robert.
Su casa es enorme porque hace ya muchos años ella logró comprar un lote con las ganancias que provenían de su trabajo como “Metróloga” en una empresa llamada Fraco ubicada en Bogotá. Su plan era construir una gran casa para sus hijos, pero actualmente ninguno de ellos vive con ella. Así que decidió arrendar su casa por pisos a diferentes familias.
Título: Pintura sobre madera y su valor
Realizador: Carlos Andrés Vergara Pérez
Duración: 11:26
Lugar: Bogotá, Colombia
Año: 2019
En el piso cuarto tiene ella ubicado un pequeño estudio que parece más una sala, justo al lado de una pequeña cocina. En este ella pinta casi que a diario cuando no cuida a su nieta de 1 año de edad. Hace ya varios años una amiga la llevo a un curso de pintura y desde entonces se ha dedicado a pintar objetos de madera, en su mayoría son decorativos, pero también cumplen alguna utilidad: Baúles, butacos, individuales, cubierteros, servilleteros, etc. Mientras nos recibe en su casa se dispone a pintar unas uvas en un juego de individuales que le han encargado.
Tiene puesta encima una bata que usan las enfermeras y médicos en los hospitales, por supuesto que la usa como delantal para proteger la ropa de la pintura. No encuentra sus gafas para ver de cerca los detalles que se dispone a pintar, así que toma las gafas del esposo que parecen cumplir con este objetivo. En una pequeña mesa frente a un muy pequeño pero cómodo sofá tiene sus pinturas de vinilo, algún tipo de pegamento y muchos pinceles de varios tamaños ya maltrechos por tanto uso. Junto a ella siempre está su perro fiel, ya un poco achacado por los años, pero nunca se le separa. Mientras delinea una hoja de un racimo de uvas empieza a contar cuales son las técnicas que ha aprendido durante los últimos años. Las enumera: Una que ella denomina pintar directo sobre la madera. Después de pintar la madera en una capa uniforme de un vinilo blanco, debe dibujar la fruta que ha escogido para este individual. Posteriormente aplica colores, fondos, texturas inclusive con el uso de agujas.
Mientras que ella continúa con su explicación decido colocar mi celular y lo uso a manera grabador para registrar sus comentarios. Y me dedico a tomarle fotografías. Parece no molestarle en lo absoluto, inclusive parece olvidar que la están observando; suena más como la charla que le daría a alguien interesado en su trabajo. Parece disfrutar mucho que alguien le pregunte como hace lo que hace y su opinión. EL tiempo pasa y ella cada vez está más a gusto, el hecho de que alguien le tomó fotografías a algunas de las muestras de sus pinturas la entusiasmó mucho y me recuerda que debo tomarle una foto a una pintura de unos pájaros; algo inusual puesto que todo lo que ella pinta son utensilios que tienen algún tipo de utilidad en cualquier casa.
Frente a ella hay un televisor donde ve la novela turca de la mañana, ya por varios años las ha visto y las disfruta. Sin embargo, casi nunca levanta la mirada al televisor – que está inusualmente alto en la pared, casi como en una panadería- Sin embargo, escucha lo que sucede y a veces hace comentarios sobre los personajes, habla de ellos casi como si fueran reales o los conociera de hace tiempo.
Alrededor del pequeño estudio/sala se pueden ver muchas cosas que ella ha pintado en los últimos años, junto con cosas que le han regalado o que ella ha venido coleccionando. Todo en su casa tiene un uso aun cuando parece tener muchas cosas una sobre otra. Aunque las paredes son blancas, hay muchas cosas coloridas y matas con flores por todas partes.
Su esposo nos ofrece un pocillo de café, los prepara y los reparte, en el lugar hay bullicio, todo suena a la vez y se habla en voz alta todo el tiempo, como si fuera la única forma de lograr ser escuchado tras el televisor, la explicación de Carmen Rosa y los comentarios del marido. Sin embargo, ella no se incomoda y sigue con su explicación, lo disfruta bastante.
Es extremadamente cuidadosa y presta atención al detalle a pesar de no ver tan claramente, ni siquiera son sus propias gafas. Le pregunto por el valor de su trabajo y si le piden a menudo rebaja: Ella se emociona un poco más y cuenta que es muy común, que la gente parece no comprender todo el trabajo que un solo individual representa, puede tardar más un par de días pintando uno solo. Dice que le piden “regalado” y que “gasta mucho sus ojos”. Inclusive cuenta que en la 53 – un lugar de Bogotá donde la gente compra insumos o inclusive objetos decorativos – la calidad y los detalles de lo que allí se vende deja mucho que desear y deja ver que a veces ellos cobran mucho más que ella. También hace mucho énfasis en la durabilidad de lo que ella pinta. Ya que al terminar de pintar se le debe poner varias capas de resina para proteger por años la madera y el corcho. También me responde que algunas personas ni siquiera le piden rebaja y siente ella que valoran todo su esfuerzo.
Luego le pregunto que por qué cree ella que la gente compra objetos pintados a mano: Y sin dudarlo inmediatamente me contesta “Porque es único, irrepetible” Ella no podría replicar el mismo diseño, también dice que entre más práctica la calidad de su trabajo mejora. La última pregunta que le hago es: ¿Usted ha comprado algún objeto de madera pintado por alguien más? A lo que ella responde tajantemente: No. Le pregunto el por qué, y ella dice: porque si yo lo sé hacer para que se lo voy a comprar a alguien más.