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Las pelucas como parte de la caracterización en la puesta en escena
Cuando vi por primera vez una ópera de época, desde la tras escena, comprendí la dimensión de un trabajo articulado entre artistas, directores de escena, directores musicales, diseñadores de escenografía, diseñadores de iluminación y coreógrafos. Esto lo entiende hasta el público que llega a un teatro a presenciar y disfrutar de todos estos elementos puestos en el escenario.
Pero lo que el público no percibe fácilmente y lo que más me emociona es el otro trabajo articulado entre un equipo de regidores o jefes de escenario, técnicos, vestuaristas, maquilladores, utileros, que ejecutan las acciones que sean necesarias para darle forma al sueño del creador del espectáculo para que se convierta en la realidad que soñó. La razón por la que he decidido trabajar con dos realizadores artesanales de pelucas para espectáculos, y maquilladores, es porque es un arte desconocido para muchos, y con tendencia a evolucionar poco a poco hacia un proceso un poco más automatizado.
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Título: Las pelucas como parte de la caracterización en la puesta en escena
Realizadora: Alcira Tarriba Solano
Duración: 15:08 minutos
Lugar: Bogotá, D. C,
Año: 2020
Este proceso de investigación comienza por tener una conversación con cada uno de ellos de forma muy informal sobre el oficio, y el proceso paso a paso para la realización de las pelucas, preguntarles sobre las dificultades que han tenido, cómo aprendieron y cuánto tiempo llevan en esto. Es importante anotar que Diana Mancera y Fabián León trabajan de forma independiente, y no necesariamente en las mismas producciones.
Mi primera conversación con Diana Mancera, una de las protagonistas de esta narración, fue por teléfono, le tomó un tiempo entender de qué se trataba y por qué alguien se interesaba en su trabajo, pero al mismo tiempo percibí un entusiasmo y una gran disposición por ayudarme con mi trabajo y poner todas las herramientas necesarias para mostrarme el proceso con que elabora manualmente una peluca para un personaje previamente estudiado. Es así como iniciamos una conversación donde ella me cuenta un poco cómo llegó a ejercer el oficio de maquilladora para ópera. Diana estudió diseño de modas hace unos 30 años, según me cuenta, y al terminar su carrera entra a trabajar en televisión como asistente de vestuario y diseño de vestuario para televisión. Es aquí donde ella conoce al equipo de maquilladores, despertando en ella un interés particular que la lleva a descubrir el talento que tiene para maquillar. Con su paso por varias producciones, una compañera la introduce en el mundo de la ópera, y es aquí donde inicia el proceso de aprendizaje sobre pelucas de época. Al ser Diseñadora de Modas, estaba familiarizada con los estilos que marcaron las épocas, por lo que no le resultó difícil entender los estilos de peinado que iban acorde a cada vestuario. Cuando conoce a Adán Martínez (q.e.p.d.), un conocido diseñador de vestuario para ópera y teatro, aprende el proceso completo de elaboración de una peluca, desde cómo montar el telar para tejer el pelo, hasta el lavado, secado, cuidado y almacenamiento después de una producción.
Quiero saber un poco más sobre el oficio y pienso que resulta interesante involucrar a otra persona que también se dedica al maquillaje y peluquería para espectáculos en vivo y que es un personaje que cuando lo ves no se te cruza por la mente que tiene esta habilidad: Fabián León, el Príncipe de las Tinieblas (por el nombre de su correo electrónico), el Príncipe como lo llamo cariñosamente. Me pasó con Fabián, al igual que con Diana, le sorprende la idea de que alguien quiera hacer visible un oficio que para ellos ha representado luchas por defender su arte y del cual lamentablemente no se vive sin la ayuda de otras habilidades para la caracterización de un personaje. Pero su entusiasmo no se hizo esperar, tanto que ya tiene algunas ideas para nuestro proyecto audiovisual.
Fabián lleva unos 15 o 20 años haciendo pelucas, es maquillador para espectáculos teatrales, ópera, danza y cine. Aprendió desde muy temprana edad con su madre Eloisa, quien se dedicaba al maquillaje, y fue ahí donde Fabián aprendió y descubrió su talento, que luego lo condujo a realizar varios trabajos para Teatro y algunos pocos para Cine. El arte de la elaboración de pelucas llegó después, cuando conoció a Adán Martínez en una producción, y de quien aprendió el proceso completo, al igual que Diana. Para mí fue un descubrimiento durante esta investigación que estas dos personas tuvieran la misma escuela del maestro Adán.
Teniendo ya un poco del contexto particular de los dos protagonistas, paso ahora a hablar puntualmente del proceso de elaboración de pelucas, no sin antes aclarar que en conversaciones con ambos, por separado, me dejan ver que en Colombia no es fácil conseguir los insumos. Diana, tiene la fortuna de trabajar aún en el taller que dejó el maestro Adán, y que cuenta con mucho material traído de Europa y Estados Unidos, pero cuando tiene que trabajar en casa, debe trabajar con elementos más artesanales. Fabián, por su parte, ha encontrado en Amazon un gran aliado para conseguir muchos insumos, pero a veces los costos de éstos, obligan a ser recursivos y buscar elementos que puedan suplirlos y no aumentar el valor de una peluca.
Lo primero es armar el telar, que consiste en dos piezas metálicas con sus respectivos tornillos de ajuste del hilo sobre el cual se va a trenzar el pelo. Diana me contó que este paso ya lo están eliminando, porque es muy dispendioso y toma mucho tiempo tejer el pelo con esta técnica. Ahora usan unas máquinas que cosen el pelo y funciona muy bien para poder tener el metraje necesario para hacer una peluca.
Una vez se arma el telar, el siguiente paso es “cardar” el pelo. Consiste en usar unas piezas cuadradas especiales que cumplen la función de desenredar el pelo y dejarlo listo para pasarlo al telar. Aquí comienza el proceso de tejer el pelo, se enreda de una forma particular en los tres hilos del telar, de a poquito, hasta tejer un largo aproximado de 6m, que es lo que se necesita para hacer una peluca. En este proceso, una persona hábil y rápida puede tardar entre 8 a 10 horas hasta conseguir los 6m de tejido de pelo. Para evitar que se enrede, se va acomodando en un cartoncito y se enrolla.
Se requiere antes de armar el “casco” de la peluca, tener la medida de la cabeza del personaje, contemplando un aumento de talla que da el volumen del cabello propio del actor para el cual se elabora esta peluca. Con estas medidas se hacen dos piezas en malla: La montura, que es el contorno de la peluca, y el casco que es el armazón donde se coserá el pelo. Estas dos piezas se unen bien sea a máquina o a mano y queda una especie de gorro sobre el cual arma la peluca. La forma de coser el pelo tiene distintas variables. Si el personaje es mujer, y va con el pelo suelto, se cose en espiral y con un espacio considerable. Si lo lleva recogido, se cose de abajo hacia arriba. Si es hombre, el pelo se organiza dejando poco espacio entre una línea y otra, ya que éste normalmente es corto y no deben verse espacios.
El proceso final y por el cual una peluca tiene el sello de verse más real, es el de “implantar”, que consiste en que previamente al casco y la montura se le adiciona una pieza de malla, por el frente, y sobre esta pieza se va cosiendo el pelo, para cubrir la montura y no se vea la pieza interior de la peluca.
Una tarde de café y empanada, logro reunirme con Diana, quien muy gentilmente desempolvó el telar, lo armó en la mesa, y me mostró ese proceso tan dispendioso de tejer el pelo, proceso que ya no utiliza por temas de tiempo y costo, y que lo reemplazó por el de una máquina que tiene una aguja o un elemento especial que es capaz de tejer el pelo, y que les da el mismo resultado. Dentro de la artillería de su trabajo Diana empieza a mostrarme con mucha emoción sus pelucas, barbas, bigotes, bisoñés, cada uno con una anécdota que espero tengamos el tiempo para que me las cuente todas.
La tarde anterior el Príncipe Fabián y yo nos reunimos en un camerino del Teatro, me propuso que buscáramos un lugar con buena luz donde pudiera trabajar. Llegó con un morral, mucha actitud y un orgullo de mostrarme su trabajo, y entre una historia y otra, chistes y anécdotas, empieza a sacar una bolsa de pelo blanco que la noche anterior había tomado de una peluca que ya tenía hecha y que desbarató para poder mostrarme y explicarme en detalle su forma de armarla. Es una demostración de los pasos del proceso que nos tomó toda una tarde, pues normalmente la elaboración de una peluca puede tomarse entre 4 y 20 días, sin contar todo el trabajo de preproducción que implica: reunirse con el equipo artístico para definir las características de los personajes, estudiar los libretos, mirar los videos de la producción si no es un estreno, hacer pruebas de maquillaje, tomar medidas, sacar los moldes, etc.
En este punto empiezo a descubrir cuáles podrían ser los posibles problemas de investigación, que más que problemas son inquietudes que me surgen luego de dos encuentros con cada uno de estos artistas: Uno es que este oficio no es muy común, y los maquilladores y peinadores para espectáculos en vivo no tienen propiamente una producción artesanal que se pueda vender en una feria o en una tienda, lo que implica que podría tener algunas dificultades para obtener varias fuentes de información y estudiarlos como un grupo de trabajo. No conozco otras personas que además del maquillaje sepan hacer una peluca. Por otra parte, no conozco escuelas de formación de esta técnica, y en lo que he estado indagando, parece que no hay, pero es un tema en el que buscaré lo más cercano para descubrir si en el medio se considera esta actividad como una profesión. Otra de mis expectativas y que quiero explorar durante esta investigación es la articulación de este oficio con el maquillaje, peinado y caracterización de un personaje para ópera, teatro o danza, y que hace parte del proceso creativo de la puesta en escena.
Hasta este punto del trabajo, he encontrado gratificante descubrir la sensibilidad y la pasión con que Diana y Fabián, cada uno desde su propio estilo trabajan, cómo logran mantenerse a flote y ser reconocidos en el medio, y la disposición e interés que tienen en ayudarme y dejarme captar la esencia de su arte.