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ALMA DE CEDRO

Título: Alma de Cedro

Realizador: Leonardo Linares

Duración: 18:34

Lugar: Cali

Año: 2019

Es una fría mañana en Santiago de Cali, estuvo lloviendo desde la noche anterior y hace poco escampó. Recién recibo un mensaje en el que me confirman que en el norte de la ciudad también ha dejado de llover, empaco la cámara y a bordo de mi bicicleta me dirijo hacia el norte de la ciudad. Las calles están mojadas por lo que pedaleo con calma, son casi las once de la mañana cuando por fin llego al barrio Gaitán y trato de recordar aquella casa de tres pisos en la que estuve hace poco más de un año cuando buscaba a un lutier que restauraría un bello charango boliviano que había adquirido.

 

La memoria me falla por ratos, pero al cabo de un par de vueltas por el barrio logro reconocer el lugar que busco. Es una casa como cualquier otra, no tiene ningún aviso ni nada que refiera a que en ese lugar hay un taller de instrumentos musicales. Toco a la puerta y pregunto por el maestro Jhony Muñóz, quien pronto llega a recibirme.

 

Luego de saludarnos y ponernos al día en novedades subimos al tercer piso de la casa, es allí donde se encuentra el taller. Es un espacio con dos grandes cuartos ocupados completamente por máquinas, maderas, herramientas e instrumentos en proceso de construcción o reparación. Hago un breve recorrido por el lugar para comenzar a pensar los encuadres y los puntos de interés, cuando me doy vuelta veo al otro extremo al maestro que tiene en sus manos un pequeño charango al que debe hacer algunos arreglos, tomo la cámara y hago la primera foto.

Pronto el maestro retoma sus labores mientras yo observo. El sitio es muy tranquilo, iluminado y fresco, sobre una repisa hay grabadora reproduce un disco compacto de música latinoamericana la cual es una de las favoritas del maestro Jhony, le pregunto por la música que suena y él me dice que esta le sirve para relajarse y trabajar a gusto. Miro nuevamente alrededor, el lugar está lleno de contrastes que se revelan ante mis ojos; en las paredes repelladas reposan colgados gran cantidad de instrumentos que pacientemente aguardan su turno, en ese momento sólo puedo pensar en la cantidad de historias contenidas en esas guitarras, tiples, requintos y bandolas. Pienso en los pasillos, bambucos, cumbias y boleros que a tantos oídos habrán deleitado.

Vuelvo la mirada hacia la mesa de trabajo del maestro y veo que terminó los arreglos del charango y ahora trabaja en una serie de guitarras de estudio. Él está muy motivado por la crónica que estoy realizando y comienza a hablarme del proceso de construcción de una guitarra. Se dirige hacia la parte de atrás del taller y me pide que lo acompañe para explicarme algunos aspectos importantes sobre los materiales que se usan en estos procesos. En la elaboración de una guitarra se usan distintos tipos de madera, para la parte trasera o fondo así como los aros suele usarse el arce, el mástil está hecho de palo santo y ébano. Para la tapa o parte delantera se usa entre otras, la madera de cedro. La tapa delantera de la guitarra aporta cerca del 80% de la sonoridad del instrumento, la madera de cedro es menos densa que otras maderas, es de gran calidad y da un sonido muy cálido. Todo esto me lo comenta el maestro mientras me muestra diferentes láminas de madera listas para ser usadas.

Para demostrarme la sonoridad de la madera levanta una tapa casi terminada y con el dedo índice da unos golpecitos sobre esta, el sonido que emite es parecido al de un tambor muy templado, es un sonido dulce y vibrante.

De vuelta a la mesa de trabajo el maestro se pone manos a la obra y de a poco comienza a dar forma a un nuevo instrumento.

Para conseguir la experticia necesaria en este oficio hace falta observación, paciencia y concentración. El lutier podríamos decir que se sumerge en un estado similar a la meditación, está dotado de una gran sensibilidad que le permite conectarse con el material y trabajarlo con absoluta precisión.

Es casi el medio día y al taller llega una figura notable, se trata del maestro Jorge Noguera, quien es ni más ni menos que el mentor del maestro Jhony. El maestro Noguera es un hombre que ha dedicado su vida a la construcción de instrumentos. Ha trabajado en encargos para todo tipo de clientes; desde colegios hasta grandes músicos concertistas que confían en este debido a su conocimiento y maestría.

Ambos son unas personas de admirable sencillez, antes que compartir un espacio de trabajo comparten una gran amistad y la pasión por lo que hacen. Es un ambiente de camaradería, dialogan constantemente y son generosos a la hora de compartir su conocimiento.

Es casi la hora de salir a almorzar, el maestro Jhony hace una pausa y toma una guitarra que terminó hace poco para hablarme de los acabados finales que se hacen al instrumento. La guitarra ya tiene cuerdas y el maestro las afina mientras continuamos conversando. Tocando algunos acordes me habla de sus inicios en la música, de cómo siendo un chico sin recursos se las arreglaba para estudiar música en una época en la que los medios eran limitados y el conocimiento no era tan accesible como en esta era digital.

Vamos llegando al final de la reunión y siento que he aprendido tanto, pero que al tiempo hay tantas cosas aún por conocer. Y es que para llegar a ser lutier hace falta mucho tiempo, dedicación y paciencia. Son muchos los años que estos maestros consagran al conocimiento de los materiales y técnicas que permiten la elaboración de instrumentos musicales. Al preguntarle al maestro por lo más gratificante de su labor este me responde que es la magia de transformar la madera en una pieza de alta precisión. No puede describir lo que siente cuando toca un acorde por primera vez en una de sus creaciones, es una sensación inefable.

Todo esto se da gracias al legado ancestral que conservan estas personas en sus manos y en sus corazones. En la actualidad se imponen medios de producción masificados que alejan al ser humano de esta conexión mística con la materia, de la sensibilidad que nos permite lograr cosas asombrosas, de comprender la armonía del mundo, de cultivar el conocimiento y el espíritu.

 

Con todas estas reflexiones dando vueltas en mi cabeza intento dar una última ojeada al espacio, es que no dejo de pensar que el lugar está lleno de poesía, de nostalgia, de historias por contar. No quisiera irme sintiendo que no he sacado provecho de las bellas imágenes que me rodean, así que levantando de nuevo la cámara y hago las últimas tomas antes de partir.

 

Me despido del maestro y acordamos un nuevo encuentro para comenzar a trabajar en la pieza audiovisual, son muchas las ideas que nos vienen a la cabeza y el entusiasmo de ambos es evidente. Guardo mi cámara y pedaleo de vuelta a casa con una tarde soleada que me acompaña.

© 2019 by Uliana Molano

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