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Las Costureras de Santa Inés

Son las 5:00 p.m., Rocío, María e Isabel me reciben entre el traqueteo de sus máquinas, es casi imposible tener una conversación con ellas, la puerta no para de sonar, todo indica que es la hora pico en el taller. Muchos de sus clientes han salido de trabajar y comienzan a llegar, se miden los vestidos, piden más arreglos, algunos se van satisfechos y otros tienen que esperar, mientras ellas diseñan, cosen y perfeccionan las prendas. Aprovecho cada instante y de forma sutil mientras retrato sus acciones voy conociendo de sus vidas.


En lo primero que me fijo es en la composición del taller, tienen una mesa de corte, un estante con telas, las máquinas para cocer y filetear, varias sillas para los clientes e
invitados, además de un pequeño vestier con espejo. Los vestidos cuelgan de las paredes, y sobre las mesas hay montones de hilos y prendas sin terminar.

Hacerles preguntas a ellas para esta crónica fotográfica es complicado, ninguna esta quieta, todas hablan con los clientes, o están muy concentradas en su quehacer. Por un lado, Rocío, está pendiente de la puerta, de su esposo que llega, de “Orión” su perro que entra y sale de la casa, de los clientes que llegan a recoger las costuras y de mí. Por momentos siento que es impertinente mi presencia, pero comienzo a comprender que así se desenvuelve el día
a día de ellas, del taller, de su oficio, rodeadas de gente y en constante movimiento, ya sea de pie o sentadas, siempre están en movimiento.
Con la primera que hablo es con Isabel, ella es la encargada de montar los apliques, los botones, coger dobladillos y darle los retoques finales a cada prenda. Mientras le tomo fotos a María, Isabel me dice que le tome una foto también a ella, me acerco y entablamos una conversación corta, pero muy sustanciosa. Isabel es costeña, nació en Barranquilla y lleva muchos años trabajando en el oficio de la costura. Por un momento el taller queda en silencio, les pregunto si ponen música, Isabel me dice que sí, que la mayoría de veces ponen alabanzas, lo que me hace pensar que son muy creyentes, me cuenta que a María le gusta mucho esta música, pero que ella como buena costeña escucha de todo. También me indica el orden y las funciones de cada dentro del taller, dice: “Rocío diseña y corta, María cose y yo pongo los apliques, botones, adornos… todas tenemos un orden y una función” me mira y posa para la fotografía.

Luego Rocío, se sienta por un momento, mientras ajusta una blusa rosa de lentejuelas, dice que nació en barranquilla, pero fue educada en Santander. Rocío es la dueña y diseñadora del negocio, tiene aproximadamente 50 años, y aunque rostro se refleja bastante seriedad, desborda dulzura y amabilidad al momento de hablar. No para de moverse, entra y sale, abre puertas, responde a las llamadas de su celular, me pregunta como estoy, pero no se detiene ni por un momento. Mientras enhebra una sus máquinas, me cuanta que lleva más de 32 años trabajando con telas, y señala a sus compañeras diciendo que ellas llevan lo mismo en el oficio, dice que le gustaría descansar algún día, pero por ahora lo ve imposible.

Con la última que hable fue con María Ignacia, como lo dijo Isabel ella se encarga de unir y cocer todas las piezas que diseña y corta Rocío, es una mujer silenciosa, concentrada en su máquina y a la vez está muy atenta a mis movimientos. Mientras camino por el taller buscando los mejores ángulos para las fotos, ella llama mi atención y con un movimiento me hace saber lo orgullosa que se siente de su trabajo.

María no es muy habladora, responde a las preguntas que le hago con frases muy cortas, con gestos o con sonrisas. La observo por 10 minutos, la rodeo, le tomo fotografías, y le pregunto: ¿Señora María cuanto lleva trabajando en esto? Y ella me responde: “¡Uhh! Muchooo…” me sonríe y sigue cociendo.

Son más de 20 años los que estas mujeres llevan trabajando juntas, en jornadas de más de 10 horas diarias, cortando, cociendo, reparando y vistiendo a sus familias, habitantes del sector, de la ciudad de Tunja y de lugares aledaños. Mujeres sencillas, humildes, muy devotas, entregadas a su trabajo y a su familia.
Ya son las 8:00 p.m. y siguen llegando clientes, el taller se llena, y ellas siguen pegadas a sus máquinas, a los hilos, agujas y botones que componen el vestir, tarareando canciones de alabanza, y soltando de vez en cuando pequeñas carcajadas de las bromas que se hacen entre ellas. Yo me despido, guardo la cámara, y se genera en mi esa curiosidad de seguir observándolas, de conocer más a fondo su oficio y de poder lograr en algún momento un verdadero retrato de sus vidas.

Título: Las costureras de Santa Inés

Realizador: Laura Rojas

Duración: 8:13 minutos

Lugar: Tunja

Año: 2019

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