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Orito Cantora hacedora de maracas

Título: Orito Cantora hacedora de maracas

Realizador: Guillermo Solano

Duración: 16:13 Minutos

Lugar: Barranquilla - Atlántico

Año: 2019

En el barrio los Nogales de Barranquilla en el departamento del Atlántico, vive Grace Lazcano, conocida cantautora e interprete en el medio de la música tradicional del caribe colombiano. Lejos del imaginario rural y tradicional que rodea la música de tambores, Orito Cantora, como es conocida por su gente, es una gran intérprete y una excelente fabricante de maracas artesanales.
En su casa, al noroccidente de la ciudad, tiene un taller adecuado con todo lo necesario para grabar su sello sonoro y visual en las maracas que construye. Su taller es un espacio de trabajo artesanal y lugar de almacenamiento de insumos para los instrumentos que le son encargados por solicitud.
Orito me recibe directamente en su taller, mientras la lluvia cae, me empieza a contar el sobre proceso de construcción y todas los factores variables que inciden. Más allá de lo visualmente estético, se encuentra la estéticamente sonoro, después de todo una maraca es un instrumento musical y debe cumplir antes que nada con su propósito de ser parte de la instrumentación tradicional de la música de tambores del caribe colombiano.
Comienza a hablar sobre el totumo, un fruto carnoso de corteza dura muy usado en artesanías como accesorios (aretes, collares, pulsos), implementos de cocina (cucharas, platos) y como instrumentos de percusión (maracas, guiro, shekere), Orito menciona enfáticamente que no todos los totumos son óptimos para convertirse en una maracas.
El totumo se selecciona en el árbol, se extrae la pulpa, y luego se seca al sol. Pero cada fruto es diferente, con irregularidades particulares y densidades diferentes. El proceso de selección empieza por aplicar saberes integrados a la tradición como observar y analizar la apariencia de la fruta en el árbol y comparar sus características con las de otros totumos que anteriormente han funcionado para hacer una maraca, Ella lleva un registro en su memoria de las condiciones mínimas necesarias para superar que un totumo se pueda convertir en una buena maraca.
Una vez se selecciona el fruto desde el árbol se baja para seguir con la extracción de la pulpa. Al tomar el fruto del árbol es de color verde, entonces se perfora y se extrae toda su pulpa con una herramienta especialmente diseñada para esa labor específica. Es un proceso de tiempo y paciencia porque requiere vaciar totalmente el contenido de un totumo, debe quedar limpio de toda materia orgánica para evitar la descomposición y por consecuencia que no se generen olores y otro tipo de inconvenientes.
El secado se hace tradicionalmente al sol, y luego de horas de exposición el totumo empieza a endurecer y cambiar el color de su corteza. El resultado es un totumo de color crudo, rígido y seco; de interior hueco y vacío. En esta fase el fruto se ha convertido en un insumo para diferentes tipos de artesanías, mucha gente le llama calabazo al totumo en ese estado.
El árbol de totumo es tropical, común en muchos lugares de Centroamérica, el Caribe y parte de Suramérica, razón por la cual también se puede encontrar este tipo de instrumentación en Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela y Brasil. En la costa colombiana este árbol se encuentra de manera silvestre. Orito muestra con orgullo un ejemplar en el patio de su casa, me aclara que este no es productor de buenos totumos para maracas pero lo mantiene y lo cuida por lo que representa tener un árbol de totumo para su oficio.
De vuelta al taller, el totumo seleccionado para ser convertido en instrumento se prepara para recibir en su corteza el motivo que Orito planea imprimir sobre su superficie, por lo general hecho por solicitud del músico/cliente, otras veces por inspiración personal, ella se vale de lápiz y papel para poner a prueba su capacidad de dibujar sobre una superficie esférica y abrir la dimensión visual del totumo. Orito escoge patrones visuales, formas, líneas y figuras para darle un valor estético adicional al instrumento. Cuenta que algunos de sus clientes le solicitan incluir un motivo específico y significativo para ellos, por lo cual se esfuerza un poco para tratar de cumplir fielmente ese requerimiento especial que debe ser prácticamente una copia de la imagen sugerida.
El dibujo sobre el totumo requiere de herramientas menos sutiles para convertirse en un grabado. Orito empieza a remover el material de la corteza seca para sacar literalmente el motivo, poco a poco desgasta la superficie y descubre el dibujo. La maraca empieza a mostrar su sello visual, toma carácter y estilo. Se hace más parecida a la personas que finalmente la usará.
Una parte fundamental de todo el proceso es cuando se le agregan las semillas al totumo para que empiece a sonar con el cuerpo y brillo esperado. Se utilizan semillas de un planta silvestre, también presente en gran parte del Caribe y Suramérica, en la región caribe de Colombia recibe diferentes nombres, entre esos Chuira o Achira es la forma más común de referirse a ella. Esta semilla compacta y muy densa ofrece el sonido que prefieren los expertos en el instrumento. Para lograr la cantidad de semillas necesaria para una sola maraca se necesitan muchas plantas de Chuira porque cada vaina de la planta puede dar de 1 a 25 semillas, Orito me muestra con orgullo una planta de estas en el patio de su casa, al igual que el totumo, tiene gran valor simbólico, pero las semillas que usa en las maracas que construye son cultivadas en tierras de Sucre.
Adicionalmente, Orito considera un factor importante el peso final de los instrumentos, por lo que deja a consideración del músico/cliente escoger si sus maracas serán pesadas o livianas. Luego de sumar unos puñados de semillas la maraca empieza a sonar, algunas veces brillante otras veces más opaca dependiendo de la cantidad de semillas y la densidad del totumo. Orito escucha con atención y pone a prueba su conocimiento sobre percusión, su memoria musical y su oido para decidir si debe agregar o sacar semillas. Por ahora, la maraca suena y luce como debe verse.
El proceso casi termina, aunque las maracas no se cierran y se sellan hasta que todos los detalles estéticos y acústicos estén totalmente atendidos. La exigencia de Orito por la calidad de su trabajo es alta, como cantadora, compositora e interprete reconoce que sus estándares son altos. Sus años de experiencia en la música le permiten tener oídos y manos para hacer bellos y funcionales instrumentos que brillan en la música del mundo. Orito es una mujer que toma la influencia de la tradición de la fuente primaria, reflexiona sobre su experiencia y toma decisiones para combinar la herencia cultural con estudios de diseño y así lograr maracas que incluyen mejoras como objeto en su agarre y comodidad, un excelente desempeño musical y un alto valor estético visual.

 

© 2019 by Uliana Molano

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