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MOLDEAR EL BARRO PARA MOLDEAR LA VIDA
La vida es una oportunidad infinita, llena de momentos gratificantes y de grandes desafíos también. Esta narración habla de eso, de humanidad, de seres que como el barro nos rompemos en mil pedazos y que con el paso de tiempo nos convertimos en polvo para luego seguir siendo moldeados en un proceso sin fin llamado vida.
La idea de emprender este proyecto nace de dos nociones. La primera fue intentar buscar una conexión con lo manual, una faceta de la creación que hasta ese momento no había explorado de gran manera. La segunda vino llego de manera repentina, de un proceso emocional por el cual he estado atravesando desde hace algunos años y en el cual me he visto obligado a buscar respuestas en mis orígenes, en la relación con mis padres y en la reconstrucción de la vida a partir de lo más básico, de lo más elemental.
Fue en el año 2017, justo cuando regresaba al país procedente de Brasil que conocí a la maestra Diana Pacazuca. Ella Artista plástica y visual de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, investigadora y activista por los derechos de las mujeres y de los humedales. Fue la capoeira la que nos unió y nunca pensé que tras algunas semanas de comenzar clases de cerámica con ella, llegará el planteamiento de un diseño etnográfico, en el marco de la asignatura "Antropología visual", la cual curso en el marco del programa de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia en mi natal Colombia.
Cuando realicé la propuesta ella se negó, sintió miedo, me dijo que no se sentía preparada para asumir ese reto conmigo. Yo insistí, fueron varios días los que estuve llamando y explicándole paso a paso lo que podría ser esa gran aventura, ella al final seguía negándose. Una tarde, después de haber conseguido la aceptación de una empresa de vidrios y de un colectivo de artistas que trabajaban ese material, me dispuse a llamarla por última vez, volví a insistir y en un giro drástico de la vida la maestra Diana decidió aceptarme.
Trabajamos desde el mes de julio hasta el mes de diciembre de 2019, con una reunión semanal de dos horas de duración en su taller ubicado en la localidad de Engativá, al noroccidente de Bogotá. En las sesiones el objetivo principal fue aprender. Primero sobre el material, sobre la indagación personal que ya tenía, pero al tiempo buscando también adentrarme sin que ella se diera cuenta en su propia investigación, en su propia vida. La maestra Diana es una persona muy reservada. Me recuerda ese nicho de artistas que trabajan más por sí mismos que por una muestra. A pesar de tener una gran trayectoria, su nombre no ha tocado un gran número de galerías y su trabajo se mantiene aún guardado en su taller, bajo el criterio de "No está listo aún".
En estos meses pude encontrar a un ser sensible, no solo a un artista creadora y a una mujer. También a una hija, a una hermana y a un ser humano tan consciente de lo que está pasando, pero que al tiempo no pierde la esperanza de que todo esto pueda cambiar.
Su carrera como creadora la combina con la docencia, ya hace varios años lleva trabajando proyectos desde lo pedagógico, acompañando colectivos y comunidad en estado de vulnerabilidad. Les enseña no solo a crear desde el barro, sino también les ayuda a encontrar un sentido a sus vidas, los invita a pensar en ellos mismos y aborda temáticas tan sensibles, como la violencia y la energía sexual, latente en todo ser humano.
Su inspiración ha sido su madre, quien fue docente y le inculcó ese amor y esa disposición para compartir.
Su espíritu es inquebrantable. En algunas sesiones iniciábamos tristes por alguna razón y terminábamos riéndonos, era como si toda esa emoción se fuera a través del barro y no solamente eso, sino también al relacionarnos por medio del mismo. Comenzaban a surgir anécdotas, chistes e historias. La vida se hacía menos pesada y eso se reflejaba también en el material resultante al final de cada sesión. Recuerdo que un día viví un episodio fuerte en mi vida, soy artista escénico, lo que llaman Actor y había tenido un desgarre muy peligroso en un ensayo para un montaje el día anterior, fui a la sesión pensando que quizás me había herniado. Los que conocen de este arte saben que no haya nada peor que le pueda pasar a alguien que trabaje con el cuerpo. Ese día surgió una reflexión linda. ¿Se puede reconstruir lo que está roto?, ese fue el tema que se abordó, y a pesar de no salir de allí sin dolores físicos evidentes, el alma se fue contenta, entendiendo que somos eso, somos tierra y como ella nos podemos moldear a cada instante, minuto a minuto.
El final de proceso fue el más difícil, era mitad de noviembre e inicios de diciembre, parece que todo se junta para estas fechas. Cierres, trabajos, entregas, viajes, reuniones, etc. Todo se mueve muy rápido en esta época. Yo andaba ya estrenando un proyecto de teatro y la maestra tenía una exposición colectiva en una galería en Teusaquillo. Las reuniones comenzaron a ser menos frecuentes y esto me complicaba la vida a la hora de reunir material, pues además de que a la maestra no le gustaba mucho el tema de las grabaciones y de las entrevistas, tampoco había espacio para trabajar o para al menos compartir una charla. Fue la última función en el teatro quimera de Bogotá, la maestra Diana fue a verme y pudimos hablar, habíamos dejado dos semanas sin vernos ni hablarnos. Le conté lo que estaba pasando y en la charla me habló de un festival al que estaba invitada y donde iba a realizar un taller para algunos jóvenes en la localidad de Engativá (Bogotá). Inmediatamente vi una oportunidad, me ofrecí y le dije que si podía acompañarla como su asistente, a lo que ella aceptó sin ningún reparo.
El domingo 17 de noviembre se realizó esta sesión, llegamos desde las 8 de la mañana y a pesar de que las personas llegaron tipo 10, 10 y media, todo salió perfecto. Pude ver en acción su trabajo. Fueron alrededor de 8 participantes, entre hombres y mujeres. Personas que nada tenían que ver con la cerámica, pero que a través de este material pudieron ver cosas de sus vidas. La sesión se trabajó en torno a la imagen que tenemos de nosotrxs, pues la mayoría de veces estamos viendo hacia afuera, ignorando que realmente importante nos acompaña a cada momento, en todo lugar. Se dio vía libre a la creatividad y tras una nociones básicas de la técnica se pudo crear un ambiente en el que cada ser plasmó en el material la visión de lo que sentía que era tanto física como emocionalmente. Se registraron palabras como autoestima, frustración, alegría, sorpresa, confrontación, entre otras en cada uno de los testimonios que fueron compartidos en el material audiovisual que verás a continuación, espero sea de tu agrado.
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