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Narración etnográfica

La ebanistería es una disciplina compleja, tanto para aquellos que la realizan, como para quienes observamos asombrados una más de las labores en las que alguien ejerce y desarrolla sus habilidades de una manera que para cualquier desentendido del área como lo era yo antes de este trabajo podría resultar hasta imposible. Cabe resaltar en el comienzo de esta narración el error que cometí en la actividad anterior, diciendo que la persona a la cual seguiría, Cesar Alejandro Restrepo Patiño no era un trabajador cualquiera, era justamente lo contrario, lo confundí con otro trabajador de la empresa, pero Cesar Restrepo es el jefe de producción del lugar y el encargado de la mayoría de las problemáticas allí presentes, aunque él ejerce como un trabajador cualquiera en un horario laboral habitual gracias a su amor a la ebanistería. Justamente con él comienza esta historia, yo me contacte con él para poder presenciar un día entero de trabajo en su taller, arreglamos una fecha que por retrasos míos en diversas labores no fue muy favorable para la entrega del proyecto, el jueves 5 de marzo fue la fecha acordada para que observará un día entero del trabajo en el taller y hacer así esta crónica. A lo largo del día pude constatar tres procesos que se llevaron a cabo allí, la lijada y el pulimiento de una puerta, el proceso para armar un mueble de baño y la realización de un torno en una máquina manual, el día comenzó junto a Henry, un técnico en mantenimiento y mecánica industrial que comenzó lijando la puerta, el campo de labor de esta persona es muy amplio, tanto que podría manejar maquinaria en una empresa común como en una fundidora, pero por su amor a la ebanistería decidió continuar con esta labor.

Título: Narración etnográfica

Realizador:  Josué Álvarez Ceballos

Duración: 11:20 minutos

Lugar: Colombia

Año: 2020

Henry continuó echándole a la puerta una pasta que se hace con sellador lijable y polvillo de pulidora, se utiliza para taponar los poros y los imperfectos de la madera, así las uniones cuando quedan abiertas. Cesar me explicó que esta pasta es tradicional para realizar estas labores, cualquier ebanista aplica esta pasta en sus trabajos cuando quiere taponar las imperfecciones en la madera, además de que debe seguir un proceso riguroso para que aplicarla, primero se pule o se lija, después se resana con la pasta, luego se vuelve a lijar, se sigue resanando hasta no encontrar ninguna otra imperfección, se vuelve a pulir, se aplica un sellador lijable con compresor, se lija de nuevo y por último se pinta, desafortunadamente no pude ver la pintada de la puerta, ya que quedo con algunos imperfectos en la parte superior y no se podía pintar, pero el resto del proceso pude observarlo.

La falta de industrialización en esta parte del taller, no se nota tanto, ya que tienen compresor y no les hace falta nada para poder llevar a cabo esta tarea, pero en la siguiente labor es en la que más se nota la problemática de la falta de industrialización.

Un artesano de apellido Calderón (al cual le decían así y en toda mi instancia allí no escuche su nombre real) estaba allí para cumplir con un mandado que un cliente le encargó, la tarea a realizar era una serie de tornos, yo vi y fotografié el proceso de creación de uno de ellos; Calderón, un hombre de lo más sencillo y humilde se me presentó desde el primer momento que estuvo allá, me saludo muy formal y me ofreció ayuda en mi investigación, le explique un poco de esta y él me dijo que lo observará mientras hacia el torno.

Calderón me explicó que gracias a la falta de industrialización de lugar su trabajo era más complejo que en otros lugares, ya que en otras partes tenían máquinas a las que programaban para hacer el trabajo, hundían unos botones y la maquina trataba la madera de la manera en la que él lo hizo, pero que como esa máquina era muy escasa en nuestros alrededores él debía utilizar una serie de herramientas a las que coloquialmente se les conoce como fierros, aunque su nombre técnico es gubias los nombres de cada gubia que tenía en ese momento allí me los dijo, sesgo, media caña para basear, escopulo y formón, con esta serie de herramientas y con una maquina grande llamada torno, en la cual colocaba el tronco de madera para tratarlo.

Calderón comenzó a hacerlo, empezó a tratar la madera poco a poco, dándole forma y yo observaba como de una forma maravillosa, lo que antes era un tronco rectangular de madera, ahora era una obra de arte en menos de una hora, él continuó con su labor para satisfacer al cliente que había hecho el pedido y yo continúe con mi recorrido. El último a tratar era la obra del mismo Cesar Restrepo, quien armó un mueble de baño.

Las piezas se debían cortar a medida, lo hizo, con una precisión matemática asombrosa, marcaba las líneas y cortaba donde debía, después pegaba, primero con una pega llamada Kolmadera y después con una clavadora le colocó unos clavos para terminar el pegado, después le puso unas repisas y cuando iba a continuar, pasó el mueble a otro proceso que se le debía hacerse para él poder terminarlo, mientras este proceso se hacía él empezó a realizar los huecos de unos ventanales, los cuales, si tuviera una mejor herramienta no le sería tan tétrico el proceso y tan desgastador como yo vi que fue, el proceso se hubiera podido resumir, no solo en tiempo, sino en cansancio si el taller estuviera más industrializado, pero no se puede por los lugares en los que habitamos, ya que conseguir herramientas en Yarumal es mucho más difícil que en otros lugares, ya que implica tiempo de espera, el pago no únicamente de la herramienta, sino también del envío, además de las empresas con las que lidiarían para que la herramienta más industrializada pudiera pertenecer a ellos.

En conclusión, los artesanos en el taller pudieran realizar una labor más eficaz y resumida si tuvieran acceso a mejores herramientas, aun así, son ebanistas excelentes que hacen maravillas con lo que poseen.

© 2019 by Uliana Molano

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