Bovarismo Colombiano
Daniel Francisco Noriega Vasquez
¿Qué efecto tiene pertenecer a la institución del ejército en la identidad corporal del soldado?
La identidad corporal del soldado está dividida en varias secciones, puedo verlo en cosas como su pelo y los diferentes cortes de los que puede elegir (que no son muchos), la preocupación que les da tener el pelo “muy largo” (una vez cruza el umbral de un centímetro ya es mu largo), las modificaciones corporales no son permitidas, así que pricings, expansiones, escarificación son motivo para negar el ingreso a el ejército, pero llevan en el cuerpo marcas y cicatrices con orgullo, como las callosidades de cargar el equipo, las lesiones de enfermedades adquiridas al patrullar la jungla, los impactos de metralla y disparos. No están permitidos los tatuajes, sin embargo, se ven a menudo, en diferentes partes del cuerpo, la mayoría de veces en lugares estratégicos para que no se les llame la atención ni se les diga alguna cosa por tenerlos, pero hay quienes los lucen a plena vista y en lugares fáciles de detectar. Las marcas de sol, marcas que delinean perfectamente los lugares donde reciben el sol, pues lo que no cubre su uniforme, noto una diferencia tremenda con respecto a el resto de su tez, sus manos, rostro y nuca tienen un color de piel muy diferente al de sus brazos y sus hombros muchísimo más claros, las marcas de los hongos en las uñas son notorias, las veo con desagrado, muchas veces uñas carcomidas a mitad o verdes a causa de la onicomicosis, etc.
Autor: Daniel Francisco Noriega Vasquez
Título: Bovarismo Colombiano
Lugar de realización: La Macarena - Meta
Año: 2021
Todo esto es más notorio cuando no puedo evitar notar que soy muy diferente a ellos, son cosas que me hacen sentir muy diferente de ellos, por ejemplo noto que mi postura, mi forma de hablar, mi forma de sentarme, son muy diferentes a el de ellos, quienes constantemente están en posiciones ciertamente rígidas como si de un mueble se tratara. Una de las cosas que más suelo notar y compara es como está mi cabello vs. el de ellos, pues nunca me fijo que tan largo esta, no tengo una necesidad de estar con la norma o sentir que sobresalgo, en cambio, para ellos la uniformidad es algo importante, se trata de una muestra de convivencia, como si ser diferente fuese una actitud descortés, por supuesto otra diferencia y la más notoria que hay es la vestimenta, ellos están obligados a utilizar sus uniformes para todo y en todo momento, yo, en cambio, tengo la opción de elegir mis vestimentas, puedo estar en las que me siento más cómodo y elijo, un día puedo estar en pantaloneta, tenis y una camiseta mientras que ellos deben estar vestidos en su debido uniforme, de lunes a sábado deben portar su uniforme completo, pantalón, “guerrera”, botas bien emboladas, con todas sus presillas en su lugar, y si es necesario cargar su guerrera, su gorra de estar bien puesta y deben tener toda su indumentaria al día incluso, tuve la oportunidad de estar en la boda de uno de ellos e increíblemente también tienen uniforme para esta ocasión.
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Llevo un año y medio al día de hoy de vivir en la Macarena, cuando llegue tenía el pelo bastante largo, me llegaba a los hombros, tenía la barba bastante larga también y desde hace mucho uso expansiones, era ciertamente algo que me hacía sobresalir muy fácilmente de los demás pues todos tenían sus cortes militares de difuminados altos y no más largos que “la número 5” que es la extensión del adaptador de la máquina de cortar cabello para tener un corte uniforme, la mayoría de ellos eligen un solo corte, bajo a los lados, un poco alto en la parte superior y los demás simplemente parejamente se rasuran la cabeza. Un día regresaba de permiso a la base y me había cortado el cabello, decidí pasarme la máquina con la número 3, pensaba que al regresar a la base de mi permiso iba a encontrar muchas felicitaciones y las personas me iban a alagar de lo bien que me veía, pero extrañamente y para mi sorpresa fue el contrario, muchos me preguntan decepcionados por qué lo había hecho, cuál era la razón, decían que no debí haberlo hecho, ellos me decían que debido a la doctrina les toca, pero a mí, que tengo la oportunidad, ¿por qué? Y entendí que muchos de Ellos están guiados en su doctrina para pertenecer, sin embargo, no es siempre lo que ellos eligen, los transforma profundamente, no obstante hay cierta parte de ellos que no lo asimila de buena gana, aunque inevitablemente jamás abandonan sus costumbres. Esto pasa por ejemplo cunado hablamos sobre sus tatuajes. La doctrina dice que ninguno puede entrar al ejército con tatuajes visibles, pero una vez adentro rompen la regla como si fuera un acto de rebeldía trascendente. Sus tatuajes por lo general llevan una simbología similar, muy apegada a la cultura del pueblo latino americano y el soldado, se tatúan cruces, águilas, armamento, la simbología cristiana no puede faltar pues se encomiendan a la religión con fervor, otros tienen del hombro hasta la muñeca e incluso he visto algunos de torso completo, algunos incluso se tatúan el cuello y las manos.
Otro aspecto que suele ponerme a pensar es la postura, pensaba en ese momento que le llega a todo soldado, que sin importar si es soldado profesional, sub-oficial u oficial, debe pasar por esto, el momento de retirarse de la fuerza. Cuándo hablaba antes sobre la postura me hace pensar mucho en cuando deben volver a la vida civil, un soldado no vuelve a ser una persona normal, no vuelve a ser una persona civil, seguirá siempre siendo un soldado. Ahora cuando estoy de permiso y los veo en la vida civil, encuentro señores ya de cabellos grises qué identifico fácilmente, por el corte de pelo, por su postura, algunas veces sus tatuajes o simplemente la forma de hablar, delata que pertenecieron al ejército, es algo que los perseguirá por toda su vida, puesto que su biología, su composición corporal, sus músculos, sus huesos, su piel han sido moldeados por muchísimos años a la postura del soldado y ahora están transformados y no pueden cambiar, es parte de ellos, es como si lo hubiesen escrito en su código genético: “pertenecía al ejército”. Eso también se ve en la forma en que se visten porque aunque están vestidos de civil se nota la dedicación a que los zapatos, que estén limpios, que las camisas estén bien puestas a que no haya arrugas en la vestimenta, les preocupa mandar y estar pendientes de que quiénes pertenecen a su familia y sus allegados vistan de manera organizada, cómo si lo requiriese alguna la doctrina. Es muy interesante como el soldado no puede deshacerse de su cultura y esa sensación de pertenencia que aunque ya no elaboran en el ejército después de jubilados seguirán siendo ejército, incluso los que todavía están activos y salen de permiso a la vida civil no pueden ocultar su afiliación. Aun cuando por seguridad deben pretender o no demostrar su pertenencia al ejército les es muy difícil y deben pasar a través de terapias y cursos para poder pretender.
Estos muchachos que voy a utilizar en mi etnografía son del grupo Marte, ellos son el nivel más especializado de antiexplosivos que tiene el ejército, a su mando todos ellos entre una mezcla de soldados profesionales suboficiales y oficiales tienen más de 10 años de servicio y esos 10 años pesan en su haber y hacer. Cada uno en su especialidad ha tenido y ha sufrido ciertas experiencias, que los identifica en su experiencia subjetiva y propia, pero los une como soldados.