Rescatando Memorias
Ana Siabatto
Generar sentido de pertenencia hacia nuestra ciudad (Sogamoso, Boyacá) rescatando las costumbres artísticas y dando a conocer a la población aquellas actividades culturales que antes se realizaban con más furor y que hoy por hoy son muy pocas las personas que conocen de ellas; teniendo en cuentas las experiencias de vida de los adultos mayores de nuestra ciudad y haciéndolos parte del proceso para rescatar las costumbres y así enriquecer el patrimonio cultural y artístico.
Autor: Ana Siabatto
Título: Rescatando Memorias
Lugar de realización: Sogamoso 16 minutos 50 segundos
Año: 2021
Me encuentro a punto de entrar a esta casa la cual en su interior contiene mil historias, recuerdos y a su vez relatos de vida. Ustedes no se imaginan lo que encontraremos en el transcurso del recorrido de esta casa de tres pisos ubicada en la ciudad de Sogamoso, Boyacá tierra de bendiciones más exactamente en el Barrio el Rosario. Una casa familiar en la cual habitan 4 personas todos adultos mayores: Ana Isabel Piracón de 93 años, Gabriela Piracón de 89 años, Gustavo Siabato de 89 años y Luz Miryam Siabato de 68 años todos familiares y que representa un grupo étnico muy importante, ya que en Sogamoso un alto porcentaje de población son adultos mayores. Gracias a Dios todos en óptimas condiciones de salud y con muchas ganas de compartirme sus vivencias de hace tiempo atrás. Sogamoso a pesar de su evolución que no solo nos ha afectado a nosotros si no al mundo entero, hemos tenido que acoplarnos a las etapas que han venido arrasando como olas y a pesar de que somos una ciudad muy cultural hemos venido olvidando costumbres, tradiciones y quehaceres que antes se practicaban con gran furor y que hoy por hoy solo los seres de antaño, como mis personajes se acuerdan y uno que otro aun realiza. Por eso me vi en la favorable tarea de averiguar cuáles eran esas costumbres artísticas que realizaban en sus tiempos mozos. Entre en conversación preguntando sutilmente por sus vidas y por sus caminos recorridos hoy día, para poder indagar mucho más en el tema. Empecé por saber acerca de su niñez y juventud que no fue la mejor, pues en esa época de escasos recursos y pocas opciones la vida no dejaba de ser complicada, poco estudio, más responsabilidades, empezaron a ser responsables y capaces desde muy pequeños; por sus pocos espacios para salir y explorar no encontraron forma de expresar libremente o encontrar una habilidad artística que los identificara, sin embargo ellos consideran costumbre artística lo que los representa como ancianos, los hace importantes todo el conocimiento que ellos tienen y nosotros ignoramos, eso que sus padres les dejaron como responsabilidad y que ellos aprendieron a canalizar y volverlo expresión artística cultural. En ese tiempo había costumbres culturales como las que tenemos ahora: el cine que más allá de una pantalla con luces, sonidos y sillas era la maravilla del teatro; las historias representadas en personas con vestuarios extravagantes que llenaban su alma de emociones y los hacia soñar. El circo con payasos de verdad de esos que, si hacían reír, que llenaban sus estómagos de dolor; el verdadero dolor de la felicidad, este era un premio que regalaban sus padres a estos niños cansados de los quehaceres de los hogares. Me expresan que el planchado más que un oficio era una obligación y una costumbre nadie salía de la casa sin un pantalón sin una sola arruga, camisas planas pues les inculcaron desde pequeños que el buen vestir era representación de su cultura, ver a una persona transitar bien vestidos decía mucho al respecto y además por más pobre que fuera las familias todos tenían su plancha de vapor. Le pregunté por más costumbres culturales que hubiera realizado y me respondió: la plaza de mercado así que le pregunté ¿la plaza? Y ella Gabriela Piracón me dijo si, la plaza. Ir a la plaza a abastecerse de alimentos era un arte, no es como ahora, incontables personas amontonadas sin orden alguno queriendo comprar mientras el resto en los supermercados con nuevos métodos de compra y más sofisticados; antes era un desfile de personas pulcras porque hasta para comprar en la plaza se necesitaba estar bien presentado, la diversidad de canastas en materiales y colores distintos adornaban el lugar y era un lujo llevar canastas nuevas para llenarlas de los mejores alimentos; y ellos aun los conservan tuve la dicha de conocer varios, los siguen utilizando por que como una buena costumbre aún no se desvanece a pesar de tanto tiempo. Los materiales utilizados para realizar labores de casa, esas que ahora no se realizan porque simplemente la tecnología ha acabado con ellas haciéndolas innecesarias; solo piensen ustedes que las actividades con las que crecieron y realizaron mucho tiempo de un día para otro ya no son importantes y que radicalmente tienes que dejar de hacerlas para acoplarte a nuevas cosas ¿y quién les dice a ellos que no? Pues la tecnología no entra del todo a su casa a decirles que hacer, me encontré un CEDAZO un utensilio redondo utilizado para separar materiales de diferentes tamaños, si señores algo como un colador, pero no es lo mismo para ellos. Me contaron del excelente uso que se le daba al ARNERO que también es un utensilio de cocina para cernir el trigo y separarlo de la piedra que suele traer este alimento; le pregunté que si acaso no era lo mismo que el CEDAZO y ella me respondió no y que claramente esas eran las costumbres culturales que ellos les habían enseñado y que con ellas se iban a morir y que estas hermosas costumbres morirían con ellos. Y me pongo a pensar que tiene la razón si nosotros, esta generación no se toma el trabajo de investigar y analizar nuestros abuelos y dejarnos enriquecer de tanta sabiduría, llegará el día en que simplemente se desplomen y conceptos como estos no existan en nuestro léxico. Los oficios de la casa esos que Mamá les enseñaba con tanto fervor y dedicación para ellos es una representación artística, no les sobraba tiempo para salir y hacer otra cosa más que aprender a sacar provecho de las enseñanzas de sus padres. Las comidas son indispensables en nuestras vidas, pero anteriormente se comía más exquisito, por que se realizaban procesos más delicados para obtener un delicioso plato de comida en la mesa. Desgranar era el pan de cada día desde arvejas, frijoles, habas hasta la mazorca; para ustedes no suena divertido me dijo, pero para mí sí, aprendí de ello la perseverancia, la paciencia y el alcance para después saborearlo y entender que valió la pena. Utilizar el molino manual parecía un castigo al principio, pero saberlo manejar era un arte, me expresa que todo lo que se hace con las manos es un regalo divino de Dios y que no hay mejor prueba artística que eso. Observo un molino en su casa y sin casi creerlo a su edad aun lo utilizan y ellos mismos le dan las vueltas necesarias con la misma fuerza que conservan para estar vivos. } Preguntándole a Luz Miryam Siabato sobre su experiencia con el tema me cuenta que ella sí tuvo grandes experiencias con las expresiones artísticas culturales sobre todo en el colegio participaba de los bailes, del canto, la poesía y los coros, pues era icónico y un don ser un niño en esa época con tales habilidades. Recuerda mucho una tradición que ya poco se ve y es el baile de San Pascual Bailón y según me cuentan no se llama Bailón porque bailen alusivamente hacia él sino, porque ese era su apellido, es un santo que dice la leyenda que le concedía milagros a aquellos que realizaban grandes fiestas y ofrecían comida y bebida a sus invitados, vistiendo los niños de ángeles y los adultos con sus atuendos de auténticos campesinos, las damas con sus faldas largas y anchas, bailaban al son de música de cuerda y la Ana Isabel Piracón con 94 años de edad y regla era nunca darle la espalda al Santo. con leves problemas de memoria, me relata que no tuvo mucho estudio que si recibió dos años educativos fue mucho y que a lo largo de su adolescencia lo que aprendió fue por ella, por su gusto por el tejido se iba en las tardes a ver a una vecina tejer y que con 3 clases avanzó en el conocimiento y sin pensarlo tres veces compro su máquina de tejido industriar se dio mañana hasta que la manejaba con facilidad con ella hizo sacos, medias, gorros, vestidos, chalecos, guantes y muchas cosas más. Aprendió a trabajar a ganarse la vida con lo que más le gustaba hacer, ¡tejer! Le tocaba muy duro a veces tejía hasta las 12 de la noche, la cultura en esa época era dura y los niños se levantaban muy temprano a ir a misa y era obligación llevar sus uniformes (trajes) y ella se encargaba de tejerles los guantes. Además de eso aprendió muchos refranes, poesías, letanías, dichos y canciones que escuchaba por ahí y por cómo me cuenta está orgullosa de aun recordarlos y de que la recuerden por ellos, espera que sus nietos los aprendan y la recuerden artísticamente así. Amaba tanto tejer que también manejaba a la perfección las agujas y eso me lo demostró a pesar de la tembladera en sus manos y sus hermosas arrugas. Haciendo mi análisis respectivo con cada uno de los integrantes de la casa finalizo con Gustavo Siabato un hombre con mucho carácter y como la mayoría de la casa también empírico, empezó su amor por la carpintería y por este arte, cuando de niño jugaba con las maderas que encontraba por ahí, se dedicó a colocar mucha atención a los quehaceres de otros y ponerlo en práctica hasta volverse un grandioso carpintero, montar su taller y empezar a ejercer, elaborando desde sillas, comedores, mesas, estructuras y muchas obras más. El considera que no es algo que se valore mucho ahora y que en el paso del tiempo se le fue perdiendo el amor por esta actividad y que en el ahora son muy pocos los que ejercen con la misma pasión, con la que el respeta su trabajo. Muchas cosas de la casa por no decir la gran mayoría están hechas por sus manos las barandas de las escaleras, las mesas, escritorios, sillas hasta los bastones que hoy en día los acompañan y que realmente es la herencia para su familia, todo aquello que con sus manos ha podido forjar ya que la materia prima la utilizará mientras sigo vivo y tenga aliento ya después se quedará en el óxido. Hoy ratifico que en el pasar de la vida se van quedando cosas, personas, costumbres, artistas que aunque es un hecho irreversible por que como seres humanos tenemos un destino trazado es triste y más aún ver que estas personas se llevaran tesoros guardados en sus memorias, por eso hoy visito esta casa llena de reliquias y prometo volver, para seguir enriqueciendo mi conocimiento de sus enseñanzas y que puedan dejar impregnado en mi algo de sus maravillosas almas y que el día de mañana pueda contar al mundo quienes eran y lo que significaban para este, mi Sogamoso más que personas de la tercera edad ustedes son patrimonio cultural por su sabiduría, experiencia y ejemplo y su labor que hace parte de la evolución de la vida. Que hoy sus manos no se detengan y puedan dirigir las mías para contar sus historias.
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