Migrar
Lorena Prieto Calderón
Tomar la decisión de migrar rumbo a otro país nunca es fácil, primero debe hacerse una extenuante investigación sobre el país al que se quiere mudar y los requisitos de entrada. Luego ser valiente y ahorrar todo el dinero posible para amortiguar al golpe de llegada a un lugar donde no se conoce a nadie. Para mi este proceso ha sido ha sido planeado durante los últimos años siguiendo el sueño de poder ejercer profesionalmente en un país cuyas oportunidades son mucho mejores que las de mi país natal, y alentada por las experiencias de familiares y amigos que lograron hacerlo a diferentes destinos. Sin embargo, decirlo y soñarlo es diferente que hacerlo. Actualmente llevo en total 11 meses viviendo en Basilea, una ciudad acostumbrada a recibir gente de todo el mundo que han decidido migrar por diversas razones y que para todos supone un cambio al enfrentarse con una cultura diferente y tener que adaptarse.
Autor: Lorena Prieto Calderón
Título: Migrar
Lugar de realización: Francia
Año: 2021
entre esos cambios esta adaptarse a vivir con diferentes personas, ya que el precio del alquiler de un apartamento propio es bastante alto es muy común que varias personas vivan en el mismo lugar siendo todos de diferentes países.
















Así la comunicación y el intercambio cultural se facilitan, y progresivamente se van conociendo los espacios de integración diseñados tanto por la comunidad como por el gobierno para socializar y aprender el idioma alemán.
Como pregunta problema planteé la duda de cómo se puede describir el proceso migratorio en suiza basando mis observaciones en mi experiencia personal y en la de algunas personas que he llegado a conocer. De esa manera puedo plantear que las experiencias de cambio de cultura se dan de manera personal y están muy ligadas al lugar de procedencia. Es así que para mi mujer colombiana y joven se presentan otro tipo de choques y cambios que para mi compañero de apartamento que es de origen austriaco, también europeo y un hombre joven, o que para mi pareja que migro hace ya doce años dejando a su familia muy joven siguiendo la esperanza de mejores posibilidades económicas, pero en un país que habla su mismo idioma, y en el que la cultura no presenta un cambio importante.
Para mí el cambio fue total desde el primer día en que puse un pie en Europa, las estructuras de las casas, las calles, los medios de transporte, y en general todo era completamente diferente. Así fue como el choque cultural comenzó en el momento en el que bajé del avión y comencé a actuar naturalmente como ciudadana bogotana en una ciudad europea. Las calles se cruzan solamente en los pasos peatonales, se respeta la circulación por la derecha, las filas son bastante ágiles, los tiquetes del tranvía se compran antes de subirte en unas pequeñas máquinas no muy visibles, y se respeta la distancia entre las personas incluso desde mucho antes del COVID.
Todo represento un choque y una agresión personal al sentirme juzgada y recibir burlas de algunas personas por mi “comportamiento”. Y en ese tránsito de aún buscar ubicarme en mi nuevo lugar perdí completamente la noción de cómo actuar y comencé con el proceso de adaptación a esta nueva ciudad.
Mi proceso de cambio ha incluido dejar a un lado a mi familia, que por la diferencia horaria no me permite comunicarme tan frecuentemente. un cambio de alimentación que ha incluido dolorosamente extrañar las arepas y los tamales de los fines de semana, sin hablar del arroz en los almuerzos y el plátano en todas sus presentaciones, que aquí ni siquiera saben que existe y lo más parecido que ofrecen son bananos. Y lo más difícil ha sido adaptarme al cambio de estaciones, que pueden ser muy agresivas para una persona que proviene de un país tropical.
sin embargo, los procesos migratorios de mis dos coprotagonistas han sido muy diferentes, Johannes decidió abandonar su ciudad natal en Alemania siguiendo la imagen de amigos suyos quienes lo habían hecho antes y se sentían muy a gusto no solo por la economía, sino por la vida tan “variada” que habían podido encontrar en suiza, así que a sus 20 años cogió su maleta y solo se fue.
Para un alemán migrar en suiza es un proceso mucho más sencillo que para una colombiana, y aunque no tuvo que gastar meses de preparación he invertir los ahorros de toda su vida más los préstamos de sus familiares, también se encontró con el cambio cultural de no estar en su país, de sentirse ajeno y muchas veces discriminado por haber nacido detrás de la frontera.
Para Nicole las cosas también han sido diferentes, ella migró sola cuando se quedó sin trabajo por la crisis de petróleo que la afecto al terminar su carrera, así que migro hacia Dubái en los emiratos árabes unidos siguiendo una oportunidad de trabajo. al ser una mujer joven y sola que viaja a un país árabe, supuso todo un reto tratar de integrarse en la sociedad donde muchas veces se sintió discriminada y sola.
Y por último, para mi mamá el proceso de mi inmigración ha sido un desafío al que se está acostumbrando, en el que día a día hace sus oraciones pidiendo protección y salud para mi vida, y en el que debe conformarse con el poco tiempo del que dispongo semanalmente para hablar con ella. Sin embargo, es la que me sostiene en la soledad y me ayuda a seguir adelante.
Mi propósito para este ejercicio etnográfico es contar lo que significa en mi experiencia inmigrar, entendiendo que esta palabra incluye el hecho de que esta decisión ha sido basada en la esperanza de encontrar un futuro mejor, y lo que ha significado hasta el momento el proceso. Incluyendo las historias y el proceso que llevaron a cabo dos personas más de diferentes nacionalidades, todo mediante charlas y tomas de café para juntar nuestras historias.



